Capitulo 6

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Salí del salón y le pedí a los muchachos que lleven a Caro a su casa, agarré una camioneta y conduje a toda velocidad hacia el mirador que estaba a unos kilómetros. Cuando por fin me pude sacar el puto antifaz lo lancé por la ventanilla.

No podía creer que todo este tiempo tratando de ocultarme y viene este italiano a joderme la existencia.

Tienes que admitir que parecía estar bueno

— Conciencia no es momento para activar el radar por favor saca esas imágenes del italiano sonriendo de ti.

Nunca me dejas divertirme.

Ya en el mirador, bajé de la camioneta y apoyé los antebrazos en la baranda para mirar al horizonte. Estaba tan metida en mis pensamientos que no escuché que alguien se había acercado y me estaba respirando en la nuca.

Lleve mi mano disimuladamente a mi pierna, pero antes de poder tocar mi arma la persona de atrás sujetó mi mano y la llevó atrás de mis espalda junto con la otra.

Cuando lo escuché susurrar en mi oído me quería morir ¿Qué carajos hace aquí?:— Smirnov...— Una corriente recorrió mi espalda para llegara erizarme los vellos de la nuca y enviar otra corriente eléctrica a mi vientre bajo— No puedo sacarte de mi puta cabeza desde el día del tiroteo en el bar.

—¿Qué?

—¿Quien te crees que fue el que te salvó de que una bala te perfore el cráneo?-con su otra mano corrió mi pelo para dejar mi cuello al descubierto y pasar su nariz suavemente por éste.

—¿Eras tu el del bar?

—Claro que si bella, tu olor a coco con frutilla me esta volviendo malditamente loco— dijo para dejar un pequeño beso en mi cuello que hizo que me pierda todavía más.

Mi puto cuerpo reaccionaba solo, como si se conocieran desde siempre, quería parar, quería separarme pero había algo que me lo impedía, él ya me había soltado las manos. Las suyas recorrían mi cuerpo, haciendo un camino desde mi cintura a mi abdomen y de ahí a la parte inferior casi tocando mis pechos. Agregándole los besos que seguía dando en mi cuello.

Me dio la vuelta tuve que dar un paso hacia atrás y alzar la cabeza ya que era bastante alto a comparación mía  y lo que mis ojos vieron me dejaron sin aire, el gran Enzo De Luca, la puta sombra que vengo buscando hace meses está parado frente a mi sin su antifaz. Ahora entiendo los rumores. Es un puto dios del olimpo.

Su cabello es rubio casi dorado diría yo, un cejas perfectamente peinadas, su nariz respingona e increíblemente hermosa, tenía una barba de días pero le quedaba malditamente genial y unos labios ni muy gruesos ni muy finos, simplemente perfectos que me daban ganas de morderlos y chuparlos hasta cansarme.

Él parecía también estar analizando mi rostro porque no nos dimos cuenta que habían llegado 2 camionetas  no era nada mas y nada menos que Novikov y pechos.

Cuando quise darme cuenta ya estaban disparando en nuestra dirección y el italiano ya me había lanzado con él a una pared para poder disparar:— ¿¡Les he interrumpido su sesión de besos!?— gritó el ruso para disparar en donde estaba yo, sabía perfectamente que estaba tomado una pequeña venganza por lo de su informante.

—¿¡Qué pasa Novikov!?¿estas celoso y quieres que te bese a ti?— le dije para después disparar y que le pegue a su hija que apenas sabia agarrar una puta arma- ¡Oh! ¡ya se! ¡estas resentido por la cabeza de tu informante! ¡lo siento!— le volví a gritar

Los disparos siguieron, con el italiano pudimos matar y herir a casi todos los sus guardias, cuando me quede sin balas en las dos armas asomé la cabeza para verlos pero no lo conseguí. Así que como soy una suicida de mierda salí corriendo en dirección a Enzo para que me cubra, pero ya estando cerca Novikov alzó su arma y me disparo en hombro, la bala rozó pero aún así dolió como los mil demonios.

— ¡Elena! mierda..— dijo el rubio para tomar mi muñeca y tirar de mi cuerpo a su pecho. Después de unos minutos los disparos pararon, al parecer se habían ido o muerto.

Estaba que no me podía mantener en pie, me daba vueltas todo, no comía desde las dos de la tarde y mi hombro sangraba como si su vida dependiera de ello, era una cascada de sangre. Mis ojos empezaron a pesar, Enzo me hablaba pero no podía entender absolutamente nada. Antes de que todo se vuelva negro sentí como el rubio  me cargó en sus brazos y empezó a caminar.

***

Me removí en mi cama y empecé a abrir los ojos despacio cuando quise estirarme, un tirón en mi brazo me hizo gemir del dolor. Observé mi habitación con sus paredes grises..

Yo no tengo paredes grises

Me levanté demasiado rápido y al parecer a mi cabeza no le gustó porque me hizo agarrarme del respaldo para no caer

—Veo que despertaste.— Mi cuerpo se tensó y abrí los ojos como platos tratando de buscar al dueño de la voz.— ¿Como te sientes?

Y ahí estaba él, apareció desde la oscuridad de la habitación. Con solo un pantalón chándal y con su pecho al descubierto sentado en un sillón con una copa de vino en su mano. Tenía su cabello alborotado e igualmente se veía malditamente bien. Me di cuenta de que lo estaba mirando de más y que no había respondido a su pregunta así que salí de mi ensoñación y me obligue a hablar.

—¿Qué hago aquí? —dije ignorando su pregunta.

—Perdiste mucha sangre, tuvo que verte un medico.

—¿Y esa es la razón para traerme a tu mansión y acostarme en tu cama?
¿Y para sacarme la ropa y ponerme una sudadera tuya?

—Lo admito, tuve muy buenas vistas...— dijo como si nada dándole un trago a su bebida.

En las garras de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora