Declámame

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La gente iba y venía, entraba y salía de la gran casa, sus caras de confusión eran evidentes.
Las elecciones se estaban acabando, como las esperanzas de la joven pelirroja. Que con ojos de súplica miraba a su padre, su familia al ser adinerada tenía que encontrar con más facilidad a esa persona.

Pasó el siguiente, vestido de traje, un sombrero y bastón elegantes, declamó una bella poesía, la muchacha pelirroja solo pudo hacer más que una mueca de desaprobación, su padre al ver tal acción decide pasar al siguiente.
Poemas tan armoniosos al oído.

"¿Qué buscaba específicamente esa muchacha?"

Era la pregunta que todos los que entraban y salían sin éxito.

Hasta que entró un hombre, con una barba frondosa color castaño, una camisa verde a cuadros y unos pantalones holgados; empezó a declamar.

La muchacha empieza a apretar sus labios y piernas que estaban cruzadas como sus brazos; el poema era como un silbido, era un canto de aves, un canto liviano, un canto celestial, un canto frágil, un canto casi audible.

Cuando el padre de la muchacha ve sus expresiones con preocupación le pide al hombre que se retire, pero la muchacha empieza a gritar para que lo dejen seguir; siguió la declamación.

La muchacha se ruborizó, empezó a temblar y casi finalizando el poema ella grita "DILO MÁS RÁPIDO", mientras cae al piso de rodillas, el joven barbón hace caso omiso a sus acciones y hace caso al mandato, cierra sus ojos color miel y sigue en su mundo.

La joven pelirroja comenzó a delirar en el suelo, estirando su cuerpo como si estuviera apunto de experimentar un orgasmo, su vestido blanco estaba arrugado, ella gritaba "ASÍ, SIGUE", mientras el aquel hombre seguía en lo suyo.

Bien, el secreto fue descubierto:
La hija de uno de los hombres mas engreídos y ricos de todo el continente tenía una nueva filia.

La excitación por la declamación.