Primera Noche

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Regalito de cumpleaños atrasado para una amiga especial, Asu-ChanLove



¿Cómo diablos le podía estar pasando eso?

No entendía por qué le pasaba eso a él. ¡Él! Uno de los mejores estudiantes con mayor grado de experiencia en el arte sacro. Eso, y que a su edad era quien más bestias demoniacas había matado, lo convertían en uno de los jóvenes más atractivos y refinados que estudiaban en el Jardín sobre las Nubes, en el monte Haguro. Desde luego era un coqueto descarado por naturaleza, nadie sabía cuántas hermosas doncellas había importunado con sus encantos, pero aun así, tenía una reputación intachable. Si se tomaban en cuenta sus gustos, ¡definitivamente no podía sentirse atraído por un hombre!

Se negaba a aceptar esa situación.

Necesitaba marcar un límite y poner distancia entre ambos. Bueno, no era como si hubiese habido un acercamiento antes, la primera vez que se conocieron habían tenido una ligera disputa. Apenas se hablaban siquiera. Eran extremadamente diferentes. Sin importar que tan insignificante fuese la conversación, siempre, siempre discutían.

Sin embargo, era incapaz de desviar su mirada de aquella persona. Tenía un aura cálida como los rayos del sol. Su largo cabello de avellana estaba recogido en una cola alta y algunos mechones caían sobre su piel de alabastro resaltando sus refinados y elegantes rasgos, bastantes lindos para ser considerado un hombre. Pero, incluso así, la expresión de sus ojos era severa, inquebrantable. De hecho, su postura era rígida y miraba directamente hacia el frente, hacia el kamiza, por lo que no había peligro. Podía seguir apreciando su rostro sin temor a encontrarse con aquella mirada hostil que lo aturdía constantemente.

¿Qué me has hecho?

Casi hacía aquella pregunta en voz alta, pero en ese momento Deusolbert, su virtuoso y prestigioso mentor, interrumpió sus pensamientos, llamándolo.

–Kirigaya-kun.

–Aquí –respondió, poniéndose de pie.

–Déjame preguntarte, ¿quién fue el primer onmyōji?

–Abe no Seimei.

– ¿Son acaso los kegare y los tsumi la misma cosa?

–No.

– ¿Por qué no?

–Los kegare son monstruos que residen en el submundo resultado de fenómenos naturales. Por el contrario, los tsumi son resultado de la conducta humana, nacen de las profundidades del pecado y el karma de las personas.

– ¿Cuál es el proverbio de un onmyōji?

–Defender, purificar, proteger y cuidar.

–Los cinco elementos....

–Chi, Sui, Ka, Fu, Kū –dijo, sin esperar a que terminara su pregunta.

Deusolbert enarcó una ceja. La agudeza en sus ojos parecía como dos flechas de acero a punto de contraatacar. Sin embargo, Kazuto sonrió.

Tenía la intuición de que lo había escogido por su aparente falta de atención. Por desgracia, aquella clase versaba sobre el génesis del mundo y la aparición de los primeros onmyōji, un tema que ya había estudiado.

Canción de las Mil NochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora