8. Saltando el muro

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Tomás

-¿Ya se durmió? -le pregunto a Tere y le doy un vistazo a mi hija desde la cama.

-Sí, por suerte. -susurra y se acerca de puntillas hacia la cama. Río ligeramente y le hago espacio a mi lado para que se acomode.

-La verdadera suerte es tenerte. -comento y beso su cabello.

-¿Sabías lo dulce que puedes llegar a ser? -dice y yo suelto una risita.

-Un poco, sí. -sonríe y me abraza.

-Nunca pude haber elegido mejor al padre de mi hija. -sonríe acomodando su rostro en el hueco de mi cuello.

-Solo elegiste un mal tiempo. Bueno, elegimos. Debimos esperar un par de años. -suspiro acariciando su cabello.

-¿Te arrepientes de ser padre joven?

-No estoy diciendo eso, es solo que todo hubiese sido mucho más sencillo si fuéramos algo mayores. Aun así, no cambiaría nada hasta el momento a pesar de que me agobia pensar en cómo nos las arreglaremos cuando Amber ya tenga que ir a la escuela... Todavía no tenemos trabajos totalmente estables y quién sabe si podremos ir a la universidad pronto... Agh, ni siquiera puedo pensar en alguna carrera... No podemos vivir bajo la casa de nuestros padres toda la vida. En algún punto debemos mudarnos y preocuparnos por más dinero y...

-Tom, cálmate. -dice interrumpiéndome. Se levanta y se recuesta de lado con su cabeza siendo sostenida por su brazo. -Sé que estás preocupado y créeme que te entiendo, pero recuerda que somos dos en esto y lograremos encontrar soluciones a todo... solo es cuestión de saber cómo manejarlo y verás que nos irá bien. -acaricia mi mejilla con su pulgar antes de dejar un beso en mis labios.

Sonrío y tomo su rostro para profundizar el contacto. Siento su cuerpo moverse y luego un peso ligero sobre mí. Sus piernas quedan a cada lado de mi cadera, una de sus manos me acaricia la mejilla y otra sostiene su cuerpo en mi pecho. Llevo mi mano libre a su cintura y sonrío creando un pequeño espacio entre nuestros labios para después juntar nuestras frentes. Cierro los ojos, cansado, pero disfruto mucho su compañía en este momento.

-Saldremos de esta juntos y que nadie te diga lo contrario. -pronuncia y la alejo un poco para poder ver claramente su rostro con ayuda de la poca luz de luna que se filtra por la ventana.

Su cabellera rubia está en una coleta y dos mechones sobresalen en frente posicionándose a los lados de su rostro. Su pijama rosa es de una tela muy suave y le queda algo holgada porque fue una de las que compró para usar en su embarazo. Aun así, se la pone y se ve hermosa. Pensar en que hace dos años aproximadamente nos enteramos de que seríamos padres me trae muchos recuerdos. Siento que he madurado bastante durante este tiempo que he criado a mi pequeña. Tere siempre fue muy madura y es una madre increíble, aunque sé que también creció como persona. Ambos lo hicimos y ya somos tres contra el mundo.

-¿Tus ancestros vivieron en Grecia? -le pregunto y ella frunce el ceño.

-¿Por qué preguntas eso?

-Porque tienes todo el potencial de ser una de las diosas perdidas del Olimpo. -le piropeó y ella suelta una risa.

-¡Tom! -chilla golpeando ligeramente mi pecho para luego levantarse y quedar sentada a horcadas sobre mí.

-¿Qué? ¿Acaso no puedo idolatrar a la mujer más hermosa en mi universo?

-Idolatrar es un término algo fuerte...

-¿Prefieres que te adore? Porque semejante mujer como tú se merece al menos eso. -le guiño un ojo.

-¿Seguro que no fuiste albañil en otra vida? -pregunta y el que ríe esta vez soy yo.

-Puede ser... pero yo solo piropeó a una mujer y esa eres tú. -digo elevándome con mis codos por detrás para poder quedar más cerca de ella.

Sin Mis Chicos (SC Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora