Recuerdo cuando tenía 7.
Estaba jugando en el parque con mis padres. Yo subía al resbaladero y bajaba entre risas y alegría, mi madre me esperaba abajo y mi padre me ayudaba a subir de vuelta una y otra vez.
El sol resplandeciente le daba vida al lugar, hacia que todo se viera más verde, más colorido, más vivo.
En cuanto al parque... no había mucho qué decir del lugar, era un lugar amplio en el que bien se podría haber pasado 30 minutos recorriendo todo el lugar, había estaciones de juego para los niños esparcidos por el lugar, columpios, resbaladillas, sube y bajas y otros objetos de diversión para los chicos que iban al lugar.
Todo era tan genial. La vida pasaba tranquila y el tiempo volaba sin que nadie se diera cuenta, todos eran felices, cielos azules, nubes blancas, el sol brillando.
Todos disfrutaban de lo que el planeta nos ofrecía.
Hasta que dejamos de apreciar eso.
La década de los 20s fue terrible para el planeta, las fábricas incrementaron increíblemente sus producciones, la contaminación incrementó y entonces, todo se fue al carajo.
En 2032, cuando se dieron cuenta de que no habría marcha atrás, todos intentaron hacer lo que ya no se podía, regresar a recuperar lo perdido.
Todos los países firmaron un acuerdo. El acuerdo de París 2032, trataron de recuperar todo el tiempo perdido y fue en vano.
La decadencia del planeta debido a los químicos en la atmósfera ya era un hecho y los primeros cambios empezaron a aparecer.
La lluvia se volvió tóxica, el agua se contaminó como nunca lo había estado, mutaciones en los animales, enfermedades, muerte y destrucción.
Y entonces, fue cuando decidieron que sería mejor meter la cabeza en la tierra, no hacer ya nada más al respecto y se fueron.
Muchos funcionarios públicos, empresarios y personas con dinero, un día simplemente desaparecieron.
Unos dicen que se salieron en una nave espacial a buscar otros mundos, otros dicen que se metieron bajo tierra para no estar expuestos a todos los cambios que pasaban y otros, ya no nos importa que es de ellos ahora porque nos dejaron solos y abandonados, al azar de nuestra suerte y capacidad de sobrevivir
Murieron cientos de millones en todo el tiempo que pasó desde que esto comenzó.
Ahora solo quedamos unos pocos vagando por ahí, si tenemos suerte encontramos comida y agua limpia, sino, siguen buscando y buscando hasta no resistir más y simplemente mueren.
Yo soy Sam Cooper, tengo 17 años y sigo vivo.
ESTÁS LEYENDO
Sam Cooper
Science FictionEl cielo cambia, el tiempo pasa y el mundo ya no es el mismo