Berserk (Guts) TERMINADA

C a p í t u l o 8

Guts lloraba y lloraba en su pecho, jamas en su vida sintió la preocupación y cariño de nadie, él ahora lo sentía con aquella chica.

El espadachín no sabía que hacer, falta de mimos, falta de educación, falta de padres... sólo pelear, lo único que fue su vida hasta ahora, espada y lucha, espada y sangre, espada y muertos.

Ahora sentía algo, que jamás sintió en él, calidez.
Calidez cuando estaba con Delthea, sabia que era amor, quería darle un beso, abrazarla... pero ¿quien es el?

Solo un asesino, una persona que no le gusta que le toquen, eso es él, Guts.
Sin embargo, sabia como era la relación con Griffith, veía la risa de Delthea con el, como el peliblanco cuidaba con tanta dulzura a la chica ¿y él? Ni con esa suavidad esponjosa podía tratarla, no se la merecía, estaría mejor con Griffith, es algo indiscutible.

Pero había algo, en el interior de Guts, dentro suya, donde hay tanta oscuridad, lágrimas, inseguridad y traumas, ahí dentro, había un brillo, no como el sol, más bien, como la llama de una vela pequeña, eso no calienta esa inmensa bruma que tenia dentro, pero ese brillo, es lo que le mantenía de pie, por sus amigos, por su vida, por Delthea.

Y sentía que si se iba con Griffith se apagaria, y la tristeza y soledad lo cubriría por completo, no quería aceptar que se fuera con el peliblanco, pero no había otra opción.

Guts escuchaba como Griffith salio con su caballo hacia el bosque, siendo el ganador de esta historia, el héroe que vencería la tormenta de Delthea.

El de pelo azabache miro a la chica para después susurrar.

Guts: Perdoname Delthea... -murmuraba con cierto dolor- perdoname por siempre venir tras de mi, pensando que soy algún tipo de caballero genial, pero... -cerraba sus puños y apretaba con tal fuerza sus dientes que le empezaron a sangrar, pero le dio igual después de tener esas heridas- no soy ni la mitad de lo que piensas.

Dicho esto se levantó y volvió a su cama, donde bebió un poco de agua y después escupirla para limpiar aquella reciente sangre, se quedó respirando hondo, intentando no recordar nada, ya que tenia muchas ganas de partir a ese tal Sponcio.

Griffith por otro lado, fue con una mirada como bien se llama la banda;una mirada de un halcon sediento, con ganas de alimentarse bien de la presa.

Aquel hombre tan angelical de rostro, ahora parecía algun demonio del inframundo, no hacia esto por amor romántico por Delthea, ese amor puro es lo que siente Guts, Griffith solo siente que Delthea es alguien tan sabia, tan única, tan dulce y fiel, que sabe que siempre trabajara para el, sabe muy bien él, que es la única que salvaría y viviría en aquel lejano reino que tanto soñaba el muchacho.

El albino solo actuaba por su sueño, y estaba más que cabreado porque le habían echo daño a la pelirroja y no solo eso, también le robaron su sabiduría, ese trabajo minucioso que hacía y escribía la joven con tanto esmero a pesar de esa enfermedad que la debilitaba, cada vez que pensaba eso, sentía cierta ardor en su interior, tan cabreado y tan decepcionado a la vez, que quería matar de la forma más cruel posible a ese tal Sponcio.

Finalmente encontró a ese hombre gigante y musculoso, se reía a carcajadas insoportables, comentaba algo gracioso a unos niños vestidos de negros.

Sponcio: ¡¡no me creo que hayan caído con las sanguijuelas!! ¡¡están más que muertos!! ¡¡son unos inocentes, que poco conocen este lugar, este bosque tiene de todo menos tranquilidad!! ¿¡se pensaba que en esa cueva cerca del río podían estar durmiendo plácidamente!? ¡JAJAJAJAJ! ¡Traerme porfavor más vino, hay que vivir para ver estas gilipolleces!

Griffith se reía levemente, con que era él, ese estúpido grandullón, Griffith fue detrás suya y susurro.

Griffith: exacto, hay que vivir para ver...  -este le clavo su espada en su espalda gigante, esto solo inmutó a Sponcio y levantarse y gritar furiosamente-

Sponcio: ¿¡quien eres tu?! -se giro y cuando lo vio puso cara de asco -¿¡que eres tu?! ¡¡dios que horror!! ¡eres albino de mierda! ¡pareces un fantasma, muere y sangra, a ver si tienes más color así! - respondia amenazante

Griffith se reía sádicamente, como si no se sintiera intimidado por aquel hombre más grande que el tanto en altura como musculatura.

Griffith: ¿De verdad me dices a mi feo cuando tu eres lo más horroroso que a pisado esta pobre hierba?

Sponcio no se ofendió no, estaba con miedo, porque no era un humano normal, daba más miedo aquel albino que él, tan grande y fuerte.

Se dio cuenta que podía ser su fin, ese aura que desprendía era de un ser muy muy superior, y muy malévolo.

Griffith toco ese collar rojo, que parece un tomate ovalado, y Sponcio salio corriendo, pero el joven no quería una huida suya, quería saltar y bailar encima de su cadáver.

Los niños huyeron también, con miedo de morir, si Sponcio se a asustado, debe ser Griffith un oponente arduo.

El albino fue tras el, y con su espada lo mato de una manera dura y cruelmente, pues Sponcio se dejó asesinar porque conocía aquel collar, y sabia que Griffith podía invocar el mal.

Después de celebrar aquella sádica victoria busco todas las hojas de Delthea, y se fue de nuevo al campamento, esa mirada vengativa cambió a la de siempre, ese chico fuerte y victorioso.

Guts escucho como todos saludaban y gritaban la llegada de Griffith, y este después de festejar un poco, entro en donde estaban los dos heridos, donde dejó al lado de la mesita donde estaba Delthea las hojas de sus curas.

Guts: ¿Griffith? ¿Que tal a ido? -respondia tras la cortina, esperando a que viniera.

El albino fue hacia el y le saludo amablemente.

Griffith; Bien, conseguí recuperar algunas hojas de Delthea... y a muerto ¿y sabes que Guts? El corazón y entrañas de ese ser esta muy rico. -sonrio abiertamente, notándose cierta rojez entre sus perlas.

Guts se quedo impactado, ¿que loco mental se comeria eso?¿aunque sea tu enemigo, porque lo harás?

El azabache trago saliva para después responder:Me alegro que haya ido bien..

Griffith: ¿y tu?¿estas mejor?

Guts asistió un poco volviendo a recordar que el era muy poco para Delthea, en eso se escucho la aguda voz.

Delthea: ¿donde estoy?

Los dos chicos sonrieron, ahora explicarían todo a la chica...