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Hay cosas que Jacinta ya no recuerda. Le puedes preguntar sobre el periódico que acaba de dejar sobre la mesa y no recordará lo último que leyó, pero puedes preguntarle sobre quién le enseñó a leer y verás cómo eso sí permanece en su memoria.

Platicará sobre su juventud y de cómo terminó casada desde los 14 años, distraídamente caminará a la pared donde se encuentra su foto de casada y dirá que en esos tiempos no había fotos a color. Seguramente hablará de su única hija y de su inteligencia, pondrá en tus manos aquel muñeco todo sucio y viejo sin el que no podía dormir su hija cuando era pequeña, mencionará la forma amorosa y llena de paciencia con la que le enseñó a leer. Si es un día bueno te dirá que muchas veces oyó la frase "No Ama', volvamos a empezar".

Te contará del deseo de una madre por ver a su hija con una buena vida, del gran esfuerzo y golpes que le costó mandarla a estudiar, probablemente también te hable de los últimos días de vida de su esposo, de la forma en la que pudo respirar en paz cuando esos ojos que estaban llenos de un odio infundado hacia el mundo se cerraron por última vez. Podrás ver cómo su mirada se llenará del recuerdo de un buen hombre que llegó con una propuesta encantadora y balbuceará algo sobre una joven comprometida.

Recorrerá las grietas en las paredes de su habitación mientras que los recuerdos que creía olvidados llegan a su cabeza, mientras camina de forma ausente tal vez te muestre fotos a color de la capital, aquel lugar que con tanta emoción visitaba y que en ese entonces era sinónimo de hogar para su hija.

Mencionará a un pequeño ángel que no pudo abrir sus ojos y te sorprenderá cuando la cordura empiece a diluirse de su mirada y empiece a repetir que debes creer en tu sexto sentido, que los moretones no mienten... Su rostro quedará congelado, parecerá haberse convertido en un busto de yeso tallado por lágrimas.

No la incites a hablar, su cabeza estará en otro lugar, reviviendo el momento en el cual se enteró de su más grande dolor al leer por casualidad un periódico, quizás grite con un odio teñido de desesperación que retumbará por días dentro de tu cabeza, probablemente se bloquee a partir de ahí, solo recuéstala y déjala descansar. Tenle paciencia si quiere platicar contigo constantemente, no hay quién la visite aquí.

El mayor dolor de una madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora