Eran las siete de la mañana y John se levantó a tener otro día rutinario, tratando de olvidar el macabro suceso de hace dos noches. Se dirigió a la puerta de su casa para recoger el periódico, pero no lo encontró. En su reemplazo halló una nota. Una nota escrita con recortes de letras de revistas.«𝑷𝒂𝒈𝒂𝒓𝒂́𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒐𝒅𝒐, 𝒏𝒐 𝒎𝒆𝒓𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒗𝒊𝒗𝒊𝒓. 𝑺𝒊𝒏 𝒆𝒎𝒃𝒂𝒓𝒈𝒐, 𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒆́ 𝒖𝒏 𝒓𝒆𝒈𝒂𝒍𝒐 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝒕𝒖 𝒕𝒊́𝒐 𝑹𝒂𝒚. 𝑬𝒔𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒈𝒖𝒔𝒕𝒆»
–¿Qué significa esto? –se preguntó a sí mismo.
Alarmado por la nota, no dudó ni un segundo en salir de su casa y dirigirse a la de su tío. Al llegar, tocó la puerta esperando alguna respuesta. Nadie abrió. Entonces recordó que su tío Ray solía guardar una llave extra en los arbustos, y fue ahí cuando por fin pudo entrar a la vivienda.
–¿Tío?, ¿dónde estás?
El silencio completo se apoderó de la casa. Nadie respondía, por lo que John decidió seguir buscando a su pariente. Entró a la habitación de Ray sin saber la escena aterradora que se encontraría.
–¡¿Qué mierda?!
El cuerpo de su tío se encontraba recostado en la cama, con una herida en el cuello que ocasionó un charco de sangre. Por otra parte, el cuerpo de Madeleine se situaba colgado con las cortinas de la habitación en una pared, con los brazos estirados formando una especie de cruz. En ella había una vestimenta que le llamó la atención a John: un vestido de novia color negro.
–¡Tío! ¡¿Pero qué mierda?!
Salió corriendo de ese lugar tan rápido como nunca antes. Corrió hasta las oficinas del sheriff Jason. Al llegar, estaba tan apresurado que no notó a una mujer pelirroja delante de él. Entonces chocaron, dejando caer la nota que alguien le había dejado al «chico torpe» en la puerta de su casa.
–Oh, Dios. Lo siento mucho. –dijo John.
–No te preocupes, cariño.
–Vengo tan apresurado que no veo ni por dónde camino. –respondió al alzar el pedazo de papel.
–Por donde corres querrás decir. Y dime, ¿por qué tan apresurado?
–No creo que esté autorizado para hablar, señora.
–Señorita. Pero está bien, no hay problema. Espero que puedas resolver tus asuntos, chico torpe.
–¿Cómo me llamó? ¡Ahg! Debo irme. Disculpe por el tropiezo.
La mujer pelijorra volteó a mirar con una leve sonrisa postrada en su rostro al joven que continuó su camino.
–Disculpe, sheriff Jason. –dijo luego de entrar sin tocar la puerta.
–No hay problema, John. Supongo que vienes para que ambos vayamos a la plaza y para que puedas saber algo de la investigación, ¿no?
–¡No, no vine a eso!
Aquella exclamación por parte del joven venía acompañada de la nota, esa que bruscamente dejó sobre el escritorio del sheriff.
–¡Han matado a mi tío, lo han matado en su casa! Debe ir ahora mismo, sheriff Jason. Es una escena espantosa.
–Necesito que me acompañes.
Los focos de las cámaras del equipo forense alumbraban por segundos la habitación de Ray, mientras que unas personas se encargaban de analizar la habitación centímetro a centímetro.
–¿Cuándo te llegó esta nota, John?
–Fue esta mañana, oficial Mary. Yo fui a recoger el periódico, pero en su lugar estaba esto. –dijo entre lágrimas.
–Sé que es doloroso para ti, John, pero debes hacer lo posible para ayudarnos. En unos minutos comenzará la junta y creo que es bueno que estés presente.
–Entiendo, oficial. Quiero que esta persona pague por la muerte de mi tío.
Mientras el equipo forense analizaba la casa del tío de John, el sheriff se encontraba ya reunido con todos los aldeanos en la plaza central de Wildwood.
–¿Estás llorando?
–No quiero hablar ahora, Charls. Es mejor que escuchemos al sheriff Jason.
–Tú estás mal, amigo. Deberías decírnoslo. –dijo Mason.
–Yo...
La respuesta de John fue interrumpida por la gran voz del sheriff que, en ese momento, comenzó a dirigirse a los aldeanos.
–Gente de Wildwood. El día de hoy hemos hallado el cuerpo de dos personas. Por un lado, tenemos al tío de John Brown: Ray Brown. Por otra parte, hemos hallado el cuerpo sin vida de Madeleine Wilson: una mujer que vivía desde hace mucho tiempo en la aldea.
–¡¿Madeleine?! ¡No puede ser posible!
Un hombre alzó la voz delante de todos, entrando en llanto al instante luego de enterarse de la muerte de Madeleine. Consigo traía una escopeta, la cual rápidamente cargó y apuntó sobre un joven del pueblo.
–¡Tú, tú fuiste quien la mató, maldito lobo!
–¡Déjalo en paz, imbécil. Él no es un hombre lobo, no seas idiota! –respondió Brandon en defensa de su amigo, ese amigo que solía molestar a John junto con él.
El sheriff Jason, junto con todo su equipo policial, apuntaron sus armas contra el hombre armado.
–¡Baja el arma! –ordenó Jason.
–No, no lo haré. Sé que este muchacho es un lobo. Anoche lo seguí, era muy oscuro y me pareció sospechoso que anduviera hasta tan tarde rondando por la aldea. Luego yo mismo observé cuando se escondió en unos arbustos e hizo su transformación. –dijo entre llanto.
–Eres un pervertido, no debes estar acusamdo a nadie en las noches, ¡y menos a mi amigo!
–¡Cállate! Yo soy un justiciero.
Dijo antes de apuntar su escopeta nuevamente contra el joven y dispararle. El muchacho cayó al suelo, dejando a la vista de todos una transformación a hombre lobo mientras que, poco a poco, su sangre se destilaba.
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Aldea Invadida
Mystery / ThrillerWildwood, una aldea ubicada en los rincones de Estados Unidos, ha sido invadida por hombres lobo y un asesino en serie. ¿Podrá John, «el chico torpe», terminar con la maldad? Esta es una historia de fantasía, misterio y drama. Está basada en el jueg...