EL REY EN EL BOSQUE.
La vida después de la muerte de Ellerian.
Capítulo X. La llegada del dragón.
Una tormenta glacial había golpeado furiosamente al noreste. Los últimos días del invierno despertaban a las mañanas en colores pálidos y transcurrían duras y monótonas, pues el sol parecía no salir nunca. El aire del crepúsculo se respiraba cruel y parecía que ninguna ropa, ni de elfos ni de hombres, pudiera protegerlos contra las agujas penetrantes.
Thranduil había pasado parte de la noche mirando las estrellas desde los balcones. Una botella de vino medio vacía descansaba en las columnas del barandal, y una copa guardaba en las manos. El viento silbaba helado y la nieve caía enérgica desde el cielo. Las ramas de los árboles, que se mecían a merced de las fuerzas de la ventisca, estaban cubiertas de blanco.
Tenía las mejillas enrojecidas, pues el viento golpeaba como cuchillas al rostro, los ojos perdidos en el vacío, y un escalofrío casi doloroso le recorría la columna, pero se negaba a regresar a la calidez de su casa, pues su mente le pedía claridad.
-Mi señor, la gente de la guardia y los centinelas dicen que han visto centenares de cuervos alejándose de los bosques. -Dijo Harad con una manera que recordaba a eventos inesperados de otro tiempo.
-Que desafortunado -respondió Thranduil .
-También he oído por los pasillos que dicen: "Mi señor va a caer enfermo si continúa exponiéndose al látigo invernal" -le dijo poniéndole sobre los hombros un edredón de piel de lobo. Thranduil no volvió la vista a él ni siquiera entonces, y mantenía fijos los brillantes ojos en los copos de nieve que caían sobre la hierba.
-El vino me calienta la sangre - Le dijo sin mirarlo, pero con una sonrisa de medio rostro y el largo cabello que estaba cubierto de pepitas de hielo danzaba al gusto del viento glacial.
Harad se había llevado las manos a los brazos, pasándolas de arriba abajo en un intento de generar calor, pues la sensación de frío no se había hecho esperar. Caminó entonces hasta encontrarse a un costado de su señor y, recargando los codos (con las manos que aún lo abrazaban) sobre la columna del barandal, se quedó mirando a las danzantes ramas de los árboles en silencio, haciéndole compañía a su Rey. Algunos segundos transcurrieron y Thranduil finalmente le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
Y Harad le respondió:
-Haciéndole compañía para que no tenga que sentir el viento helado usted solo. Y Thranduil volvió a sonreír. Tenía que admitir que Harad podía ser la criatura más persuasiva y necia de todos los pueblos libres de la región, pero agradecía tenerlo siempre a su lado para sostener su espada cuando su brazo no podía más.
Algunos momentos de silencio ocurrieron, hasta que Harad volvió a decir:
-Mi señor, ¿Quiere hablar de lo que le sucede a usted?
-En realidad no. -Dijo Thranduil
-De acuerdo -Dijo golpeteando la columna en la que se apoyaba con las puntas de los dedos, como si hubiese esperado recibir otra respuesta-Entonces esperaré aquí hasta que decida regresar. Si le incomoda mi presencia, puedo alejarme algunos pasos.
Y Thranduil, ya más entretenido por la situación que molesto, finalmente le dijo con ligera diversión en el tono de voz:
-Entra ya, no tardaré mucho más. Solo necesito un minuto.
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El REY EN EL BOSQUE
Fanfic¿Alguna vez te imaginaste cómo fue la vida de Legolas después de la muerte de su madre? En esta historia se cuentan los acontecimientos de una vida que avanza después de que una se detiene; la vida de Legolas después de la muerte de su madre, las ex...