手牽著手

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Han pasado tres meses desde mi cumpleaños. No ha pasado nada realmente destacable. He estado muy estresado estos días. JunSeo lo ha notado, por supuesto. Lo he visto hacer esos pucheros que hace cuando quiere ayudar y no sabe cómo.

Él cree que no, pero realmente ayuda mucho. Cuando me estreso o me pierdo en pensamientos y me agobio, desconecto del mundo. Somos mi agobio, mis ganas de llorar y yo.

Pero entonces llega JunSeo, dice esos suaves "¿quieres un abrazo?" y me despierta, me trae de vuelta. Entonces me abraza y seca mis lágrimas, fruto del estrés y la impotencia.

Juro que podría estar en los brazos de JunSeo todo el día. Se siente como el paraíso. Es como si nada malo pudiera pasar, como si nada doliera, nada más importara.

No suelo ser una persona demasiado cariñosa, pero con él es inevitable. Simplemente lo veo sonreír y quiero comérmelo a besos. Me encanta darle la mano; se siente tan irreal que una persona tan bonita esté ahí, a mi lado, tomando mi mano. Y sus abrazos son, en pocas palabras, mi lugar seguro.

Siempre ha sido así, desde el primer momento, desde el primer abrazo. Aquel que, aunque fuera para darle fuerzas a él, también me reconfortó a mí.

Ha sido así desde entonces y durante todos los días. Cada vez que estoy cansado, triste o, en resumen, mal, simplemente me dirijo a donde él esté y me dejo abrazar. Él me arropa con sus brazos y el malestar desaparece.

JunSeo es aire fresco en el espacio más cerrado y con el aire más tóxico que es mi mente. Su simple existencia hace que respire mucho más tranquilo, profundamente. "La situación no puede ser tan mala si tengo aquí a JunSeo" pienso.

Hoy él ha salido con unos amigos y llevo toda la tarde sólo en casa, haciendo proyectos, tareas y estudiando.

JunSeo entra en casa y le veo en el pasillo, frente al salón en el que estoy.

-Qué frío hace. - Se queja. Estamos en marzo; se supone que la primavera llegará pronto, pero el frío de la ciudad parece indicar lo contrario.

-Date una ducha, entrarás en calor. - Sugiero.

-¿Estás bien? - Pregunta. "¿Qué me ha delatado?" es todo lo que puedo pensar.

-Quiero abrazarte. - Murmuro, pero él me escucha. Sonríe y se acerca con sus brazos abiertos. Me levanto del sofá y me aferro a él.

-¿Has tenido un mal día? - Pregunta, acariciando mi espalda.

-Malo... No lo sé. Agobiante. Sí, muy agobiante. - Comento. - Pero está bien. Ahora está bien, estoy bien. Estás aquí. - Dejo un besito en su cuello, mientras escucho su bonita risa. - Ve a ducharte, no quiero que te resfríes. - Digo, separándome de él.

-No hace falta. Vamos a sentarnos con la mantita. - Pide con esos ojitos de cachorrito, poniendo su mano sobre la mía, que estaba apoyada en su pecho.

Los ojos de JunSeo son tan bonitos. Y la forma que tiene de mirarme me hace sentir tan querido, que podría llorar de alegría.

-Hyung, ¿me has escuchado? - Dice, haciendo un puchero.

-Perdón. Es que eres tan bonito. - Aprieto sus mejillas y él ríe. - Vale, pero te tapas bien.

No sé en qué momento nos quedamos dormidos en el sofá, pero la tele aún estaba encendida cuando me desperté. JunSeo me miraba desde mi derecha, con esa sonrisa tan adorable.

-¿Por qué me miras cuando duermo? - Murmuro, adormilado.

-¿Por qué? ¿Te incomoda? - Responde con más preguntas.

Holding hands [SeokSeo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora