Prólogo.

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  Somos almas indescifrables en un mundo que no puede percibir sin ver o tocar.

  Somos enigmas en una realidad que odia los misterios y ama la escasa esencia de lo concreto.

  Somos complejidad en un mundo que tiene la facilidad de lo simple impregnada en la palma de la mano.
 
Un desvanecimiento a las profundidades de la inmovilidad.

  Entre búsquedas y coincidencias la vida se nos pasa en ilusiones y los anhelos fallecen en silencio.

Nuestra integridad es la suma de elementos ajenos. Muchas son las experiencias y las personas que han aportado, influenciado e incluso cambiado nuestra personalidad y el modo en que percibimos las situaciones cotidianas a las que nos enfrentamos todos los días.  No podemos hablar de una autenticidad absoluta porque esta simplemente no existe. Somos la suma de fragmentos con matices distintos, un todo compuesto por datos, sistemas de creencias, valores, perspectivas que, heredados o adquiridos, desde nuestra niñez han ido componiendo esa unidad que ahora reflejamos al mundo. Una máquina con sistemas independientes que cuando trabajan al unísono permiten una funcionalidad integral de lo que podemos llamar nuestro ser, nuestra esencia, y que es finalmente lo que los demás pueden ver o percibir de nosotros. Eso es lo que somos: un conjunto de más conjuntos, que, paradójicamente, conforman nuestra individualidad.

Soy Aitana , Aitana Acker y quise creer, en más de una ocasión, que las buenas personas no sufren y que tienden a ser felices casi sin esfuerzo. Pero luego aprendí que la bondad, la sencillez y la nobleza de espíritu son cualidades que se forjan a base de golpes y experiencias dolorosas. El oro no sería oro si antes no pasara por el fuego.

F R A G M E N T A D O (en curso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora