El Comienzo

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Jimin realmente no podría decir como comenzó aquella peculiar amistad entre él y el niño castaño. Quizás fueron las sonrisas ladeadas e inconscientes que se dedicaban cuando uno de ellos decía algo particularmente ingenioso al discutir por los pasillos. O la forma en la que solo con estar en la misma habitación, el mundo se reducía a únicamente ellos. Y en cuál sería la mejor forma de insultarse sin que los profesores lo notarán.

Jimin había sabido que se sentía irremediablemente atraído por Hoseok desde tercer año. Cuando al idiota se le dió por duplicarse en tamaño y comenzar con esa estúpida manía suya de llevar su mano a sus revueltos rizos oscuros, y revolverlos con esa sonrisa de corazón y despreocupada que tanto le jodía la vida a Jimin.

Fue en aquel entonces cuando el rubio: desesperado y confundido, había duplicado sus insultos en un pobre intento de convencerse a sí mismo de que Jung definitivamente no le causaba nada más que repulsión.
Como era de esperarse, sus esfuerzos no le sirvieron de mucho, y lo siguiente que supo fue que ahora su pasatiempo nocturno favorito era escaparse a la Torre de Astronomía a pensar en el moreno, y a odiarse a sí mismo al no poder odiarlo a él.

Simplemente sentado en el borde del precipicio con la mirada perdida en el valle que se extendía por debajo de él, con la tristeza apretando su pecho.

Pensando en el inminente rechazo de sus abuelos, y en la decepción que ellos sentirían si supieran lo que en realidad pasaba por la cabeza de Jimin día y noche. Lágrimas traicioneras le nublaban la vista. Y finalmente terminaba levantándose en un torbellino de emociones que lo abrumaban hasta que las expulsaba en forma de lágrimas de rabia y bufidos desesperados, mientras caminaba en círculos y se pasaba las manos por el cabello en un intento de calmarse.

No lo sabría hasta unas semanas más tarde, pero Jimin nunca había estado solo en aquellas salidas clandestinas, porque como era de esperarse, el hufflepuff había terminado siguiéndole en silencio cada una de las noches.

Al principio era una especie de misión personal por averiguar lo que claramente era uno de los malvados planes de Park y detenerle, pero conforme pasaban los días, lo único que el rubio hacía era sentarse un rato en silencio hasta que comenzaba a llorar, para posteriormente levantarse furioso.

Hoseok comenzó a sentirse extrañamente en conflicto consigo mismo, con la creciente necesidad de salir de la columna la cual lo ocultaba y averiguar de una vez por todas que era lo que lo hacía tan miserable.

Finalmente, una noche de viernes en la que Jimin se sentía especialmente miserable (cosa que definitivamente no tenía que ver con que horas antes hubiera perdido el temperamento en una discusión con Jung y le hubiera gritado que se callará, completamente fuera de sí mismo y del control sobre sus emociones), Hoseok no pudo soportarlo más, y saliendo de su escondite, se acercó al slytherin lloroso.

Esté al principio no lo notó, sin embargo no tardó mucho en procesar el calorcito que irradiaba una mano sobre su hombro.

El pánico lo invadió por completo.

Hoseok lo sabía, Jimin había sido tan obvio, tan estúpido y tan débil. Su futuro estaba acabado, ahora Jung le diría a todo Hogwarts que el rubio insufrible estaba perdidamente enamorado de él. La maestra McGonagall le diría a sus abuelos, sus abuelos lo odiarían y lo echarían de casa, entonces él tendría que irse a vivir con SeokJin (claro, si él tampoco lo odiaba para entonces), y...

—Jimin, tú... ¿Estás bien?

Jimin se sintió tan aliviado que una nueva oleada de lágrimas lo invadió: claro que el idiota iba a preguntar algo así. Trató de retener las lágrimas, pero su garganta le dolía montones y su rostro estaba tan mojado y caliente por haber pasado tanto tiempo llorando que sentía que no podría soportarlo más.

❥ The King → [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora