Se encontraba sentada junto a su pareja en una rama del árbol más grande que tiene ese extenso bosque.
Miraban el bello atardecer mientras escuchaban a las aves cantar.
Tan linda.
Su mirada se dirigía al bello rostro de la chica del costado, podía ver como el viento hacia que algunos de sus cabellos floten y se hagan más alborotados.
Era hermosa, sus ojos color miel la iban enloquecer, su cabello castaño estaba bien cuidado, sus rizados cabellos se movían mientras admiraba su linda piel.
Tu voz es una hermosa canción para mis oídos, tan armoniosa.
La bella mujer que se encontraba a su lado volteo la cabeza sólo para observar fijamente a la chica inglesa que la apreciaba.
—¿Tengo algo? —pregunto confundida por la atención que le brindaba.
—Sí —dijo sin más.
Podía escuchar como su acompañante se ponía nerviosa y su voz comenzaba a temblar.
—¿E-enserio? —
Maldita sea Renetta, ¿Por qué eres tan jodidamente preciosa?
—Sí —volvió a repetir —mi total atención —
Pudo visualizar un ligero sonrojo en la cara contraria, se veía tierna, tan tierna que podría abrazarla y jamás volver a soltarla, pero lamentablemente no pueden.
¿Si tanto me amas entonces por qué me haces daño?
Tenía razón, no se podían tocar, no podían juntar sus pieles y sentir el tacto que provocaba. Claro que podían hacerlo, pero era peligroso, no para la castaña, pero si para la rubia.
Con el más mínimo choque de pieles que una de las dos ocasione la perjudicada sería la extranjera. Cada vez que intentaron agarrarse las manos, abrazarse y más cosas, la piel angelical de Renetta hacia que la diablilla se retuerce de dolor.
Era estúpido, un ángel y un demonio nunca sentirían el tacto del otro, ¿Quién invento esa tonta regla?
Renetta era un ángel y Estella un demonio o como los demás la conocían, una bruja.
Había intentado hacer un hechizo, hacer un trato con Belcebú, o incluso volver al "Infierno de las damas" para pedir un consejo. Se había arriesgado a muchas cosas pero nada funcionaba.
Espero algún día sentirte, tener el privilegio de abrazarte y besarte.
Dirigió su vista hacia la mano de Renetta, no sería mala idea, aunque tendría que aguantar el ardor que esto provoca, aguantar sentir su piel quemarse.
Ahora su mano se guiaba sola, ya estaba cerca de la otra mano y cuando la sintió, la agarro y entrelazo sus dedos.
Ardía, ardía como la mierda, el dolor venía después, pero el ardor tardaba en desaparecer.
No pudo hacer nada más que dirigir su mirada hacia abajo intentando aguantar las lágrimas.
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—Hey... —no reaccionó, sólo observaba el rostro de su pareja mirando hacia abajo mientras pequeñas lágrimas amenazaban con salir.
—Oh no —ya se había dado cuenta de todo, rápidamente rompió el agarre que tenían sus manos.
Estella sólo se quedó mirando abajo, estaba decepcionada y triste a la vez, pudo sentir como le arrebataban algo importante y ella no podía hacer nada.
Sólo me preocupo por tí y por tu salud.
—¿Por qué hiciste eso? —dijo en un tono infantil mientras devolvía su mirada a la ya preocupada estadounidense.
—Te estabas dañando —reprendió
Tiene razón, pero, ¿Qué importa?, estaban en una relación y ya había aguantado demasiada mierda.
—No me importa —
Ahora estaba enojada, genial.
Su mal carácter siempre fue un problema, toda la culpa la tiene su madre.
No podía controlar sus emociones, razón por la cual no tenía demasiados amigos, un total problema. Sólo quería bajar del árbol e irse de ese lugar, y fue exactamente lo que hizo, ya después hablaría con su pareja, ahora nesecita desahogarse haciendo cualquier cosa que se le venga a la mente.
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—¿Entonces sólo por eso estas aquí torturando almas? —
—Sí, ahora ven y ayudame o jódete —
—ajá —
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Y hasta aquí termina :D, va a haber parte 2 obviamente, pero hasta aquí se queda.
Explicó que me invente esto porque andaba aburrida pensando en como seguir la trama del cómic que voy a hacer con esto, y de mis pensamientos nació esto.