Una Determinación

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Rubén corrió detrás del oso, que se dirigía hacia la derecha del pueblo, cerca del bosque donde Auron había construido su última casa. Entre unos árboles particularmente grandes había una especie de hueco amplio, el oso lo cruzó, se veía oscuro pero Rubius lo siguió, caminando por un largo trecho. No supo en qué momento los árboles que formaban un túnel se habían convertido en una cueva.

Lo cegó por un momento una luz al final del camino. Para cuándo pudo ajustar su visión ya habían salido del estrecho túnel y se encontraban en una zona amplia e iluminada. Seguían en una cueva, pero está era bastante colosal, dirigió su mirada al techo y podía ver cómo varios hoyos en el funcionaban como tragaluz iluminando con luz solar todo aquel lugar.
En el centro de aquel lugar, había una casa de dos pisos iluminada y podía ver cómo varias sombras se movían a través de las ventanas.

-Es aquí- susurró Rubius sintiendo una leve opresión en el pecho.

-Así es- afirmó el oso- el primer hogar de los héroes de Karmaland-.

El blanco lienzo nuevamente.

-Llévalos ahí Rubén, para que sus recuerdos regresen- vio al joven asentir.

-Tengo miedo-.

-¿De qué?-.

-De no poder salvarlo- apretó sus manos con fuerza- él siempre es tan valiente y se esfuerza al cien por ciento... pero yo...-.

-Vegetta es el más valiente porque es el que más teme- respondió el oso- Tú madre Freya te lo dijo- le preguntó.

Frente a él el recuerdo que golpeó con rapidez su mente de cuando Vegetta cayó de un acantilado por salvarlo a él.
Pudo verse a sí mismo llorando en la habitación donde Vegetta estaba acostado, con sus madres tratando de consolarlo.

-Fue mi culpa- sollozaba- Vegetta también tenía miedo... pero él me ayudó... se cayó por mi culpa... mamá Freya-.

-Calma cariño, Vegetta es un chico fuerte se pondrá bien- repuso Freya acariciando con suavidad los castaños cabellos del pequeño Rubius.

Los demás niños se encontraban en la habitación observando como Astrid curaba las heridas de Vegetta.

-¿Por qué lo hizo si tenía miedo?- preguntó Willy- ¿No era mejor que pidiera ayuda antes de arriesgarse así?-.

Freya los miró tiernamente- pequeños, hay algo que no deben olvidar nunca- dijo llamando la atención de sus pequeños- ser valiente no significa no tener miedo, sino ser conscientes de que hay algo más importante que ese miedo ¿Entienden?- vio como solamente Luzu, Auron y Willy asentían, el resto negaba por no haber comprendido- es decir, Vegetta tenía miedo pero en ese momento le importaba más que Rubius estuviera a salvo que a su propio temor de caer-.

Los ojos de Rubius volvieron a llenarse de lágrimas- es mi culpa, por ser un cobarde- dijo dejando caer estrepitosamente sus lágrimas al suelo.

-No eres un cobarde... sólo un poco tontito- dijo Vegetta desde la cama.

Los pequeño corrieron a la cama para rodearlo, aún no podía moverse mucho porque su cuerpo le dolía, pero se esforzó en no demostrar el dolor que sentía para no preocupar a los demás.

-Bueno niños, es hora de dormir- dijo Astrid llamando la atención de los pequeños que comenzaron a quejarse- ¿Por qué nunca me obedecen?- se quejó dejando caer su cabeza resignada.

-Astrid tiene razón, despídanse de Vegetta y a la cama todos, él también debe descansar- secundo Freya poniéndose de pie de la cama.

-Yo me quedo- dijo Rubius con una seriedad infantil que daba gracia- es mi culpa, así que yo cuidare de Vegetitta-.

Tú Conmigo y Yo ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora