CAPÍTULO 2

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 「 . . .  」   

—Buenos días, doctora Vitale— le saludó el guardia de seguridad quien era un hombre mayor.

En repetidas ocasiones habían hablado pues parecía un hombre solitario, le había contado que su esposa había fallecido y jamás tuvieron hijos, ese hombre era por el que Elizabeth aún tenía fe en el amor, pues el guardia le aseguraba que su esposa, ahora fallecida, había sido y siempre sería el amor de su vida, Liz quien también tenía su lado romántico deseaba tener esa clase de amor con alguien en algún momento de su vida, y aunque el hombre le decía no perdiese la esperanza, Eliezabeth estaba hecha a la idea de que era mejor estar sola.

—Buenos días, señor Black, ¿Qué tal la mañana?

—Tranquila hasta ahora, doctora— respondió con una enorme sonrisa mientras Elizabeth se acercaba para dejar un gran vaso de café, era un pequeño ritual.

—Eso espero, un jueves tranquilo para poder recibir el viernes de la mejor manera— comentó tras dejar el vaso y alejarse en dirección a la entrada.

—Así será— alcanzó a escuchar mientras sonreía y colocaba su mano en el detector de huellas digitales, el sensor cambió de un color rojo a uno verde dándole el acceso al área de laboratorios y cubículos donde ella tenía su propio espacio.

Caminó por los diversos pasillos, se encontró a uno que otro compañero, alumno o profesor pues estaba terminando su tesis de doctorado. Muchos hablaban de Elizabeth Vitale como una genio pues había terminado la universidad a los veintidós años y en tres más había completado su maestría y doctorado, ambos relacionados con la genética, era algo que le encantaba y quería sacarle todo el provecho que pudiese. Ahora era la encargada del laboratorio de biología molecular en el CUNY y docente de la maestría en curso del mismo centro de investigación; todo aquello la llenaba de vida, pero también se había inmiscuido en ese mundo elitista donde en más de una ocasión le habían quitado el lugar a un becado por algún conocido de los altos mandos, la doctora Sullivan la había ayudado en un inicio, de no ser por ella su capacidad intelectual hubiese pasado por las sombras pues competía con una joven hija de un socio inversor, y era precisamente esa anécdota la que había inspirado a Elizabeth para poder hacer un programa en genética y biomedicina, habría becas pero no enfocada a las calificaciones o el dinero ligado a las "ayudas" de personas con puestos importantes, tenía un mejor plan, algo en lo que pudiese ayudar a los jóvenes que no tenían las mismas oportunidades y era algo en lo que no desistiría, encontraría otro inversor a cualquier costo.

—Hasta luego, chicos, por favor repasen el temario, el lunes habrá un cuestionario sorpresa— dijo mientras comenzaba a borrar las cosas del pintarrón, un murmullo de decepción y sorpresa se hizo audible entre los estudiantes, la castaña sonrió ante de girarse y levantar ambas cejas —no es examen, pero contará para la calificación, no sean flojos— comentó entre risas.

Si algo le gustaba a sus alumnos y a sus colegas, era la manera de interactuar de la joven con sus estudiantes, nunca cruzando la línea de profesor – alumno, pero había una cierta confianza que siempre hacía la clase mucho más amena.

—Doctora Vitale, la buscan en el área de laboratorios, un hombre desea un recorrido por las instalaciones— aviso Sophie Cliff una joven con cuerpo delgado que siempre ocultaba bajo la bata de laboratorio, portaba unas gafas extrañas color rojo, cabello lacio pero siempre recogido, desde hacía un par de meses Sophie llevaba a cabo su servicio y una investigación bajo el cargo de Elizabeth y por ahora, era algo similar a su asistente.

—¿A esta hora? — cuestionó la castaña mientras observaba su reloj en su muñeca derecha, le extrañó aquello pues por lo regular las visitas en el laboratorio eran cuando las clases terminaban, y ella ya no era la encargada de dar dichos recorridos —Dile a Marlene que lo haga, yo tengo un asunto y...

¿Dopamina o tinta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora