CAPITULO 2
***
Si me preguntaran ahora mismo, ¿Qué estás haciendo con tu vida? Yo les respondería:
Sobreviviendo.
Tomo la pelota de goma del suelo y la aprieto. Dicen que es relajante y que eso te ayuda a bajar el estrés, pero cuando yo lo hago, sinceramente me enfurece más y más. Tanto, que deseo querer exprimirla hasta hacerla desaparecer.
La boto hacia el frente y, rodando, la veo caer.
Los sentimientos que aparecen cada vez que entro a una biblioteca, me confunden, siempre ha sido así.
No tengo el suficiente tiempo cómo para consumir tanto conocimiento y cultura.
Tienes que aprender a leer rápidamente, y todo lo que puedas para sacar buena puntuación en el examen del estado.
Debes leer literatura universal, los clásicos, los de tu país y de otros más. Si lo haces tendrás una excelente comprensión del mecanismo de nuestras costumbres, de tu rol en el mundo, la sociedad, los medios de comunicación, la complejidad de lo que ha sido la humanidad o que la misma aún no ha logrado descubrir.
Y tendrás un hueco de identidad artífice de lo que todos esperan de ti, y todo antes de que los demás lo hagan.
Por eso, cada vez que vengo a una biblioteca, para sentirme cómoda, soy yo la que elige el tipo de libro, los temas, los colores y circunstancias que me llevarán a estar en los zapatos de otras personas, o incluso, especies.
Con el tiempo me di cuenta que esta percepción es muy común en los jóvenes de mi generación.
Porque en la misma medida en la que a mí me habían presionado desde pequeña, muchísimos más, por los siglos de los siglos, han sentido lo mismo.
Como lo dijo una profesora de literatura del instituto: "La literatura es un placer, un deleite, no una obligación".
Eso, en mi pequeño grupo, integrado por Aila, Henry, Jeane, Maxwell, Howard y yo era completamente coherente.
Todo empezó como un pequeño grupo de lectura.
Hace cuatro años, decidimos que el potencial en nosotros era sobrevalorado, ya sea para mal o para bien. Y con esto me refiero a que nosotros o talvez no éramos tan superdotados como nuestros padres o parientes siempre lo quisieron, y otros éramos mucho más que la suma de nuestras partes.
A veces la vida no era justa, pero nosotros nos habíamos propuesto a superarnos no solamente en la lectura, sino, en todo lo que quisiéramos hacer.
Sin restricciones ni estereotipos que amoldarnos, nosotros mismos moldeamos nuestras propias habilidades y los matices los creamos nosotros, nadie más.
— ¿En qué piensas Alice? —la ronca voz de Maxwell me distrajo de mis pensamientos.
— ¿Tú qué crees, señor intuitivo? —le dije con la mano en mi mentón en la forma que lo proyectaba la escultura del 'Le Penseur'. Eso lo hizo reír, y como lo pronosticaba, hizo la misma pose porque era la forma en la que él analizaba las cosas.
Palpando sus labios con su dedo índice varias veces, dijo: — Por la pobre pelota que abandonaste, dejaste olvidada en el otro piso, y que cayó en mi cabeza, creería que estás de mal humor; pero con mi prominente aparición tu semblante es ahora neutro. — No pude contener la risa al ver que la pelota la tenía él, y que en cierto modo tenía razón.
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Punzadas al Corazón ©
FantastikUn cuento que al principio le parecía inofensivo, en su niñez algo muy preciado. Pero cuando conoció al joven caballero que se relataba en el libro, le apareció en su ser una obsesión poco sana de satisfacerlo caudalosamente. Cayó en sus encantos p...