Me sentía…
No sentía.
Era como estar anestesiada, como si lo único que percibía era vacío. No había dolor ni ira, no había felicidad ni tristeza. No había nada.
Ya había pasado una semana.
Estaba en mi cama, envuelta en mis mantas con la mirada fija en ninguna parte.
– ¿Te sientes mejor?
En mi puerta estaba un muy preocupado David. No pude evitar regalarle una leve sonrisa. Respondí con lo único que sabría que se sentiría mejor, después de todo, no valía la pena que más de una persona se sienta miserable. – Estoy mejor.
– Todavía creo que deberías ir al médico.
– Solo es una migraña. Muy fuerte pero simple. Solo necesito descanso, menos estrés y estaré como nueva.
– Ni siquiera sabía que sufrieras de migraña. – Se sentó a mi lado y su brazo envolvió mis hombros. – Te conozco, pequeña pinocho, sé que algo no anda bien y me siento mal por no poder ayudarte y porque no confíes en mí lo suficiente como para contarme.
– Soy una pésima amiga. – Lo era. Podía dañar una amistad por mis estúpidas actitudes y decisiones.
– Solo eres una persona que atraviesa un mal momento.
– Creo que eres muy condescendiente conmigo.
– Te quiero, ser condescendiente con las personas que quieres es un sobreañadido. – Se puso de pie y tiró de mis mantas. – Ahora quiero que salgas de aquí. Vamos a ir por una película y luego a comer lo que quieras, no permitiré que sigas encerrada en estas cuatro paredes.
– No tengo ánimos.
– Nada de eso. ¿Qué diablos le sucede al mundo? Todos se comportan de maneras extrañas, si no es mal humor es depresión.
– No tengo mal humor.
– Tú eres la deprimida, Diego es quién no se aguanta ni a sí mismo. ¿Sabes qué sucede con él?
Y luego de varios días por fin sentí algo.
Dolor.
Una puñalada en mi pecho ante la mención de su nombre.
– No sé nada.
– Si logro sacarte de este despreciable estado espero que puedas hacer algo por él.
– No creo ser la solución para nada. – Tomé una parada de ropa y me encerré en el baño. No lograría nada si me negaba, David siempre lograba lo que se proponía.
Hablamos de camino al cine y luego al restaurante. Me sentía mejor de alguna extraña forma en la que odiaba al mundo por no estar tan devastado como yo.
– ¿Estás al día con tus materias? – Nos acomodamos en una mesa listos para nuestra pizza favorita.
– Sip. Erika ha conseguido mis tareas y tengo que hacer horas extras de prácticas pero nada que no se pueda resolver.
– ¿Cuándo piensas regresar?
– No lo he pensado. – No quería regresar y tener que verlo. – Debería ser pronto.
– Debería ser mañana. – Dijo imitando mi tono. – No puedes jugarte tu carrera por cualquier mierda que te esté pasando. Tú no eres así, Becca, tú no te rompes.
Yo tampoco sabía que era así. Pero me rompí.
– Ya veremos.
– Nada de eso, si no vas mañana te buscaré y te llevaré cargando a tus clases y sabes que soy capaz de hacerlo.
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Un segundo antes y uno después de conocerte..
RomanceUN SEGUNDO ANTES Y UNO DESPUÉS DE CONOCERTE. Becca nunca ha experimentado el millar de sensaciones que le han azotado desde el regreso de Diego. Sus relaciones pasadas no le prepararon para enfrentarse a los nuevos sentimientos. Él era el chico dora...