Capitulo 12: La Hacienda

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-Buenos días. ¿Dormiste bien?

- ¿Y tú? -Contesto mofante, mientras froto suavemente mis ojos. - ¿Dormiste cómodo?

-¡Hoy me toca la cama, ya dije!

-Sigue soñando, Héctor. ¿Ya llevan todo?

-Si, en el otro cuarto se despertaron más temprano. Arréglate y abrígate, hoy el clima está que muerde.

Miro al techo buscando recordar si he soñado algo, pero todo parece indicar lo contrario, mi mente por fin le daba un descanso a mis siestas y noches de sueño, que eran de todo, menos reparadoras.

Al tomar la chamarra que dejé a mi lado, junto a lo ropa que usaría; el crucifijo de oro se escapa del bolsillo pero le doy absurda importancia, indecisa de si usarlo o no, pero al final me gana la extraña sensación de lucir al menos la cadenilla de oro.

Los demás ya solo esperaban a que subiera a la camioneta, podía ignorar el dolor de cabeza que me punzaba por ser el primer día y no le iba a negar a mi hermano el acompañarlo.

- ¿Segura que no vienes con nosotros? -Erick parecía muy insistente en que Zebb nos acompañara, pero una vez más su invitación tuvo que ser negada.

Los neumáticos para nieve comenzaron a girar, mi hermano como siempre al frente, Héctor arreglando el par de cámaras.

-Cristi, ¿Me prestas algo de maquillaje? -Le pregunté.

Con el poco tiempo que tuve para prepararme, no pude ocultar las leves, pero visibles manchas en mi rostro. Ella me pasó su bolso, saqué una base y un polvo del tipo rosados, que eran de los que mejor se me amoldaban a la tez y que Cristina solía cargar en caso de que su despistada amiga no lo hubiese hecho.

- ¿Trajiste el drone?

- Así es, amigo, tengo lo necesario. No te preocupes.

- Entonces, comienza a grabar, bro.

Mi hermano inicia el documental, dirigiéndose a la cámara, hablando de manera general sobre el lugar que visitaríamos, la razón de ir, pero sin mencionar nada sobre nuestro nombre y la relación que ambos guardamos con aquel antiguo edificio.

Yo seguía en la ardua tarea de ocultar esas pequeñas imperfecciones que, desde hace años no se me presentaban, más específicamente, desde el día en que fui al médico de chiquilla y se atrevieron a recetarme hierro por padecer anemia.

- ¿Nos cuentas un poco del lugar al que vamos? -Le preguntó Erick a nuestro afamado guía.

El hombre, con las manos al volante y en un principio no muy convencido, dirige en pequeñas ocasiones la mirada a la cámara para presentarse. Al menos era un conductor responsable que se mantenía enfocado en el camino.

-La hacienda fue construida por una importante familia sueca a finales del siglo trece. Luego de su muerte, un duque finés y su familia se apropiaron de ella aprovechándose de las guerras entre Rusia y el imperio sueco, se trataba de una familia poderosa y de buenas relaciones con los países en conflicto. -<< ¿Será que se refería a nuestra línea de sangre?>>, me cuestioné. - Su estadía trajo consigo mucho trabajo a los lugareños, sobre todo dentro de la misma hacienda.

- ¿A quién pertenece? ¿Sigue siendo de la misma familia? - Le interrogó mi hermano.

- ¿Qué saben tú del sitio? -Contra preguntó.

-Nada, queríamos que la historia del lugar no sorprendiera- Le contesta Erick, aplacando la sospecha de Noah. - Y como tú nos dijiste que conocías de la historia, por eso te estoy involucrando en la grabación, con tu permiso, claro.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora