Capitulo XIV

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Habían transcurrido 15 minutos de angustiante persecución.

Gisselle iba llorando y muy asustada. Exigía a Leslie que detuvieran el automóvil.

Él no prestaba gran atención. Solo aceleraba cada vez más y procuraba no perder el control.

Una pareja de patrulleros se ubicó muy cerca de ellos. Solo unos metros separaban a la moto del carro.

Uno de ellos desenfundó su pistola y realizó varios disparos procurando reventar alguno de los neumáticos, obligando a Leslie a detenerse.

El carro tambaleó al recibir los impactos pero ninguno de los disparos dieron en el objetivo.

Gisselle cubrió su cabeza con sus brazos y lloraba asustada.

En un arranque de desespero, Leslie impactó la moto haciéndolos caer fuertemente al suelo.

Un motorizado se detuvo para auxiliar a sus compañeros caídos mientras los otros siguieron detrás de Leslie.

Unos kilómetros más adelante, Leslie pudo ver a lo lejos una pequeña barricada.

Rápidamente intentó evadir las patrullas pero no pudo evitar pasar por encima de la alfombra de alambres.

Las cuatro llantas estallaron haciendo derrapar de una manera incontrolable el vehículo.

Iban muy rápido así que al golpear uno de los muros de contención el vehículo se volcó no sin antes ocasionar un accidente múltiple.

Gisselle se golpeó su cabeza y quedó inconsciente unos instantes. Leslie estaba aturdido, pero en cuestión de segundos salió del vehículo y corrió, corrió lo más que pudo.

Estaba a la mitad de un viaducto, todo era un caos. Varios vehículos estaban dañados y las personas intentaban resguardarse temiendo un incendio.

Leslie estaba llorando, veía hacia un lado y hacia el otro y solo notaba la proximidad de las autoridades, patrullas, motos y efectivos a pie. Ya sabía cómo terminaría la situación si se dejaba atrapar, había ocasionado mucho desastre.

Miró hacía atrás y el enorme vacío lo atrajo.

Cuándo los patrulleros lograron estar lo suficientemente cerca de el lugar donde él estaba parado, ya Leslie había saltado la valla. Ya su cuerpo estaba a punto de impactar contra el suelo, desde una altura aproximada de 30 metros.

Fué inevitable.

Me despido de La realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora