Cuando el bardo abrió los ojos, quedó aturdido por la luz que entraba por una ventana. Se hallaba en un cuarto bastante simple en cuestión de muebles y decoración. Mientras la vista volvía a la normalidad, se percató que se encontraba acostado sobre una cama con una suave y delgada manta de color amarillo y al examinar su alrededor, se dio cuenta de que no estaba solo, pues en la esquina opuesta había una persona sentada.
-Vaya, al fin despiertas -dijo la voz de una mujer.
-¿Dónde estoy? ¿Quién eres? -preguntó el bardo tratando de sentarse, pero un dolor inmenso en la espalda y el hombro le quitaron las ganas de seguir intentando.
-Tómalo con calma, estás herido y creo que yo debería hacer las preguntas -dijo la chica mientras se incorporaba de la silla -¿Qué hacías flotando en el río?
-¿río? -pensó el bardo, no recordaba con claridad lo que le había pasado, pero poco a poco; como el sentido de la vista al despertar, recuperó sus recuerdos -Sí, el río. Amm... verás, es una historia algo extraña y me sentiría mejor si conociera a la persona que me escucha.
La chica, que hasta ese momento el bardo no lo había notado, era bastante atractiva, delgada pero no hasta los huesos, piel canela, ojos pequeños, almendrados, un poco rasgados y cafés que parecían lanzar un destello cuando los mirabas, nariz un poco curva en el tabique, mejillas un poco rosadas, cejas poco pobladas, con el cabello castaño oscuro, ondulado de un largo que llegaba a rozar su cadera. Vestía un blusón blanco que estaba fajado resaltando así su figura, también usaba pantalones negros un poco entallados y botas color marrón a la altura de la rodilla.
-De acuerdo, tú ganas -dijo la chica -. No tienes que preocuparte por donde estás; es un refugio para desdichados y en cuanto quien soy -la chica lo miró y el bardo le devolvió la mirada expectante -, me llamo Hanna.
-Es un placer Hanna. Mi nombre es Dane ¿Por dónde empezar? -el bardo se rascó la cabeza y notó un vendaje en que la rodeaba -Llegué al pueblo de Ameyali, lindo pueblo, gente algo extraña si te doy mi opinión. Entré en la posada más cercana y entonces...
El bardo le contó toda la desventura, el percance con Bill, la búsqueda de la criatura y cómo atrajo a esta para que Topacio huyera.
-¡Topacio! -exclamó el bardo.
-¿Qué es un Topacio? -preguntó curiosa Hanna.
-Es mi caballo, le dije que huyera, espero haya logrado huir.
-Repite la descripción del monstruo.
-Ya te dije, grande, con alas y cabeza de murciélago.
-Suena a un Khanukri.
-Un ¿Qué?
-Khanukri, es una especie de vampiro, eso explica las profundas heridas de tu hombro y espalda -el bardo observó los vendajes que cubrían su hombro -. Descuida no es venenoso y si lo que dijiste sobre su ojo es cierto es probable que tu caballo haya huido.
-¿Eres curandera?
-No, pero conozco del tema.
-Y ¿Cómo sabes que la bestia es un...?
-Suficientes preguntas. Debes descansar y yo tengo que atender unos asuntos. El baño está al fondo del pasillo. Descansa.
Hanna salió de la habitación dejando al bardo con varias dudas, decidió consultar las respuestas con la almohada y se quedó atrapado en un profundo sueño.
Despertó y a juzgar por la ligera luz que entraba por la ventana situada en frente de él, debieron pasar un par de horas. Trató de incorporarse, pero no lo consiguió pues el dolor de su espalda no lo había dejado. Buscó en el cuarto un objeto que pudiera usar como apoyo, pero lo único que había era un ropero viejo y casi inútil, una silla pequeña y una mesita de noche, sobre ésta, había una taza llena de un líquido de tonalidad entre amarillenta y anaranjada junto a una nota que decía:
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El Bardo
FantasyDane es un bardo que siempre busca inspiración para sus canciones, va de pueblo en pueblo junto a su fiel caballo, Topacio. Tras una serie de sucesos es rescatado por una chica bastante peculiar. Ella lo llevará a un mundo desconocido para cualquier...