Yoongi había dado por concluido su último año de carrera en el conservatorio. Después de los exámenes y conciertos finales, se había sacudido del cuerpo la ansiedad y sentía que podía respirar de nuevo. La ceremonia de graduación tendría lugar en una semana y, aunque llevaba allí mucho tiempo, aún le costaba creer que lo había logrado, cuando estuvo a muy poco de ni tan siquiera intentarlo.
Estaba feliz y tranquilo, y tenía ganas de asistir a su ceremonia y sentirse protagonista de su vida. Youna, Jungkook, Tae, Namjoon, Haeri, Hoseok, Jimin...todos iban a estar allí. Todas las personas que lo habían ayudado a levantarse cada vez que había caído, o que le habían demostrado lealtad y afecto. Todas las personas que lo habían inspirado a ser quién era, a crear lo que creaba. Y Yoongi no creía que fuera para tanto pero, por una vez, estaba orgulloso de sí mismo.
Bueno, lo cierto era que no estaban todos.
Yoongi podía repetírselo a su corazón todas las veces que quisiera, pero sabía la verdad. En aquel momento, le faltaba una persona. Alguien sin el cual no estaría allí, la persona que le había inspirado su melodía más descorazonadora y triste, también posiblemente la más hermosa, la mejor. Yoongi le había escrito canciones a Seokjin, sobre todo los primeros meses.
Lo había echado tanto de menos que, sin que pudiera impedirlo, le invadía el deseo irracional de hacerle llegar su voz pese a la distancia. Solía imaginar, antes de dormirse, que Seokjin escuchaba la melodía, donde quiera que estuviese, y sabía perfectamente que era para él, que era suya. Y la entendía, aunque no tuviera letra, como si fueran las ondas y los latidos del corazón de Yoongi.
Yoongi le había pedido a Seokjin que brillara. Lo cierto era que Yoongi también quería brillar, para ser visto desde lejos, para ser sentido. Pero todo aquello no eran más que fantasías inútiles que, con el tiempo, había ido olvidando. Se había ido curando de las heridas inevitables que dejaba un amor que, a pesar de su sinceridad y belleza, no pudo ser.
Aquella tarde, se sentía en paz, y todo aquel dolor estaba lejos de él y aunque le había guiado hasta donde ahora estaba, no lo echaba de menos.
Hoseok tenía la cabeza apoyada en su hombro, y estaban en casa, viendo algún drama al que no prestaban demasiada atención. Desde que Hoseok volvía a estar soltero (había salido con otra chica muy brevemente después de Haeri), se había pegado bastante a Yoongi, y los dos se quejaban juntos de su soltería, sin hacer demasiado para remediarla porque, en el fondo, estaban bien así. De vez en cuando echaban de menos la sensación, sobre todo cuando pasaban tiempo con Jungkook y Tae, que, tras casi cuatro años juntos, seguían siendo la pareja más melosa y enamorada del universo.
Pero estaban bien. Para eso tenían a sus amigos, su música, sus latas de cerveza y sus tardes sin hacer nada en casa, comiendo palomitas y viendo la tele mientras hablaban de temas más o menos trascendentes.
Hoseok estaba casi roncando sobre su hombro y Yoongi le dio un codazo para despertarlo, porque se estaba durmiendo él también. El capítulo del drama estaba por el final, y el protagonista estaba sosteniendo delicadamente a la chica en sus brazos. No se había enterado de la mitad de la trama, pero el gesto lo conmovió, independientemente de que los personajes le pareciesen estereotípicos y aburridos.
Empezó a sonar la música del ending y hubo una pausa para publicidad. Hoseok se levantó para ir a rellenar los vasos y Yoongi se estiró en el sofá. Seguía sin prestar demasiada atención a la pantalla, hasta que algo llamó inevitablemente su atención, y se incorporó de repente. Era el trailer de un nuevo drama y, aunque las imágenes habían pasado muy rápido, había creído reconocer a Seokjin en una de ellas. Había creído escuchar su voz, aunque apenas tenía recuerdo de cómo sonaba.
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Losers (MY+KSJ)
Hayran KurguYoongi y Seokjin se conocen por casualidad, y conectan enseguida. Seokjin no puede enamorarse de Yoongi porque eso no es lo que se espera de él. Yoongi no debe enamorarse de Seokjin porque siempre termina herido cuando se deja guiar por el corazón...