↬Eʟ ғᴀɴтᴀsмᴀ ᴀcosᴀᴅoʀ↫

160 16 3
                                    

-Hablamos después -Se despidió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Hablamos después -Se despidió. Yo me quede con cara de no te vayas, no cortes el maldito videochat ¡Necesito ayuda! ¡No me dejes sola! Claro, aunque me moría por decirle eso no lo dije porque pensaría que estoy loca: Hakudoshi no sabía mi secreto (de hecho) nadie que fuera muy cercano a mi lo sabía.

-Hasta luego -dije sonriendo, ya había agotado todo tema de conversación, hasta le pregunte por su novia Kanna, y eso que las dos no nos llevamos muy bien: la chica es muy celosa, no quiero ni pensar como nos llevaríamos si Hakudoshi y yo no fuéramos primos.

La pantalla se apago, sudé frío. Fue imposible para mi no mirar el reflejó del hombre detrás de mi; largo cabello de un color muy raro (parecía blanco). Sus ojos ámbar cubiertos de escarcha daban la sensación de congelarlo todo y era alto, de un atractivo sorprendente, aunque sus orejas eran puntiagudas y tenía un tatuaje en la frente de una luna menguante con dos líneas moradas en las mejillas, no le quedaba mal, diría que nació con ellas, pero eso sería raro, aunque no más del hecho que este justo detrás de mí y que este muerto; porque lo está. No he dado indicio de que sé que puedo verlo, esperando que se vaya; pero no ha funcionado. Me ha seguido a todos lados, ¡a todos! Ni siquiera puedo bañarme o ir al baño hacer mis necesidades sin que me siga, está allí, y eso me pone nerviosa, el temor se asoma; a pesar de ver muertos toda mi vida, caminando en la calle como si estuvieran vivos. Buscando la razón de pasar al otro lado.

Cuando era niña mis padres pensaban que tenía amigos imaginarios y lo dejaban pasar, pero al ir creciendo dijeron que estaba mal de la cabeza por "fingir" que había alguien allí conmigo; me llevaron a un psicólogo y me hicieron todo tipo de preguntas que me ponían incomoda, pero por suerte no pudieron tacharme de loca porque ya sabía: lo que veía no era normal y nadie me creería, lo que me llevaría a vivir de por vida encerrada en un sanatorio mental, por eso hice lo más inteligente que se me pudo ocurrir: fingir que todo era mentira (he intentar creérmelo) desde entonces hago de cuenta que allí no hay nada, que cuando voy por la calle no veo ningún muerto. Ellos siguen su camino y yo sigo el mío. Solo que esta vez es diferente, muy diferente.

Me levanté del escritorio como un resorte echando la silla hacia atrás, este tipo no conoce de espacio personal. Volteé y salí casi corriendo de mi habitación. ¿Dónde está Kagome cuando se le necesita? No me gusta estar sola, mi hermana es mi mayor consuelo aunque ella no lo sepa. Fui a la habitación del frente para solamente encontrarme con el característico color verde de toda la habitación, mi hermana tenía un problema con ese color, de verdad que sí.

Salí de allí y casi me caigo al bajar las escaleras: suspire al ver el peluche de mi hermano más pequeño, ¿mamá, cuándo dejarás de tener hijos? Para mi buena suerte escuché ruidos en la cocina y era mi bien amada mamá con su abultado vientre.

-Mamá, ¿dónde está Kagome? -pregunté viendo de reojo como el fantasma se posicionaba a mi lado.

-Salió con su novio -contestó. Yo también debería de conseguirme uno, así no estaría sola con semejante compañía-. Rin, hazme un favor y ve a llamar a tu padre.

Eѕρєנσѕ & ¢α∂єиαѕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora