Capítulo 24. "Ya estoy aquí"

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     Alemania, 12 de abril del 2019

     Bella.

     Los restos que estaban dentro de las tumbas de Vincen y Rixo no son los de ellos. El chico que intentó asesinarme con rasgos polacos, en realidad era ruso. Un joven de veintiocho años llamado Misha Gólubev, era un criminal que logró escapar de Rusia hace siete años, desde entonces no se sabía de su paradero, era un asesino a sueldo y no trabajaba para ninguna agrupación.

     Es decir que no tengo nada.

     Rixo y Vincen están muertos, estoy segura de ello, es imposible que estén vivos. No hay oportunidad de que lo estén, es decir que el demandante cambió sus huesos, quiere joderme por ese lado, pero hay una cosa que él no sabe y es lo que me da ventaja. Siempre he estado segura de que Rixo y Vincen están muertos, pero el simple hecho de que alguien nos esté jodiendo de este manera, me hizo dudar, por lo mismo quise revisar las tumbas, supongo que para darme algo más de confianza, pero el demandante me quiso voltear el problema.

     La carta que estaba dentro de la tumba de Rixo junto a la bomba, es imposible que lo haya hecho él o Vincen, ellos no son de hacer este tipo de espectáculos. Rixo y Vincen nunca tuvieron un contacto conmigo de esa manera y mucho menos me vieron en vestido rojo. Dudé sobre si estaban vivos por falta de confianza, pero esto simplemente me lo confirma. El demandante cree que caeré en ese juego, pero no conoce toda la historia.

     No sabe lo que yo sé. Así que no, los muertos no reviven y no voy a darle vueltas a ese asunto. Tomo un sorbo de mi trago de ron, mientras analizo el escenario al que me enfrento. El chico ruso también fue una distracción, verlo a simple vista daba la impresión de que era polaco, fácilmente pudimos culpar a Andros o hacer una conexión con él. A Andros no le conviene destruirnos, separarse de Marco sería un golpe para él, lo haría débil y le tocaría enfrentarse a varias batallas para volver a ser tratado como el líder de Polonia.

     Miro la hora en el reloj de la pared, me levanto de golpe, tomando mi chaqueta. Le prometí a James ir a visitar a su madre en el hospital. Salgo de la oficina y bajo hacia el sótano. James está esperándome con dos guardaespaldas.

- Perdona la demora – sonrío cansada –. Vamos.

     Le tiendo las llaves a uno de los guardias para que conduzca el auto. Me siento muy cansada como para conducir hasta el hospital, así que me subo en el asiento de pasajero al lado de James. Rápidamente, colocan el auto en marcha.

- Te ves cansada – James me observa preocupado – ¿Has dormido algo?

- No – me recuesto sobre la ventana –. En estos tres días sólo he alcanzado a dormir cinco horas en total.

- Cristo, Bella. Debes dormir.

- No puedo permitirme eso, James – le sonrío sin ánimos –. El juicio será pronto y no tengo nada en contra del demandante. A veces los testigos no son suficiente.

- El señor Mijaíl volvió a llamar – cierro los ojos, sabiendo lo que va a decir –, dijo que el señor Marco sigue preguntando por usted.

- ¿Qué le dijiste? – lo miro, rezando para que me haya cubierto.

- Que estabas ocupada y que le devolverías la llamada.

- Gracias – una corriente de alivio sacude mi cuerpo.

- ¿Puedo preguntar por qué está ignorando al señor Marco y a todos los demás? – murmura con algo de timidez.

- Marco es la persona que más amo en el mundo, estuvo a punto de perder la vida y está a punto de perder su libertad – respondo con lástima –. Es mi punto débil y justo ahora necesito ser fuerte. Verlo o hablarle, hará que me quiebre. Tampoco puedo hablar con los demás, desconfío de todos.

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