Grunge

Tenía un mal día, el local era un desastre, la gente estaba alteradísima y me dolían los pies. Sumado a eso, tuve que bancarme a mi jefe sermoneándome que 'no tenía puesta la camiseta del equipo'; Por supuesto que no Raúl, no soy la dueña, solo soy un eslabón de la última cadena de tu multinacional. Solo soy un número de legajo. En fin, más allá de eso, tenía hambre, y sabemos que me pongo imposible con hambre. Estaba aún con el uniforme puesto, pantalón de vestir negro, zapatos altos negros y blusa verde. La blusa no me molestaba ya que me hacía contraste con mi pelo rojo, pero los zapatos...por todo lo que más quiero, lo que daría por ojotas en este momento.

-Atención por favor, Metrovías informa, que la línea A circula con demoras por fallas en el sistema. Disculpe las molestas ocasionadas. – Chillo el alto parlante de la estación Congreso

Que mejor manera de terminar el día que con demora en el transporte público. Naturalmente estoy acostumbrada a esto asique me limite a respirar onda y apoyarme sobre la columna más cercana que encontré.

Sabía que el subte iba a estar atestado de gente asique mientras sacaba Jaque la Psicoanalista de Katzenbach de la mochila, deje pasar la primera formación. Cuando estaba llegando a la parte interesante de la historia, llego el subte, sin pensar me subí en él y mágicamente me toco un vagón relativamente vacío. Me sorprendió asique aparte la mirada por un instante del libro para poder sentarme cuando sentí una mirada penetrante. Unos ojos azules francia me hicieron ruborizar al instante. Pestañe repetidas veces para encontrar la bendita oración del libro que había perdido, hasta que la encontré, respire y seguí leyendo. Pasaron dos estaciones y mi curiosidad me ganó. Levante la mirada y encontré esos ojos fijos en mi nuevamente. Lo primero que pensé era que tenía algo en la cara, tal vez el maquillaje de todo el día corrido, los anteojos sucios o mi pelo enmarañado le parecía chistoso. Pero en sus ojos encontré la misma curiosidad que sentía yo, hizo una leve mueca en la comisura derecha parecida a una sonrisa y se recostó en el asiento. Mis ojos encontraron el piso luego de escanear por completo su ser. Se notaba que era alto porque sus piernas sobresalían del asiento casi veinticinco centímetros más que las mías, tenía una camisa leñadora roja que dejo de estar de moda en los 90, un pantalón de jean, zapatillas negras y el pelo negro con rulos. La barba tupida y negra acompañaba su estilo Grunge.

Volví a buscar el hilo de la historia que leía pero se me hizo casi imposible. Tenía esa necesidad caprichosa y chismosa de volver a ver si seguía mirando. Me contuve por 3 estaciones más hasta que el levantar la vista lo vi parado frente a mí. Ya con la rosácea paseando por toda mi cara, inspire una onomatopeya muda mientras él acercaba su mano hacia mí.

-Toma, es para vos – Dijo suavemente con una sonrisa que dejaba ver sus dientes blancos y perfectos.

Inconscientemente le devolví una mirada gélida de desconfianza hasta que me di cuenta que simplemente era un papel, en el instante que lo agarro, sale disparando del subte. Me quede estupefacta mientras las puertas se cerraban. Giro sobre mi eje hacia la izquierda y veo como el parado se va alejando mientras el subte sigue. Dejó que nuestros ojos se encontrarán una última vez hasta que el túnel oscuro del barrio de Flores me encerró en mil preguntas.

Llegando a la estación Flores me di cuenta que deje de respirar. Soltando un suspiro como si hubiera corrido, miré mi mano y encontré un bollito de papel amarillo. Apoye mi libro en las piernas y lo abrí cuidadosamente.

-No es spoiler, pero el Psicoanalista tiene mejor final. – Sin firma

Releí la nota unas 4 veces hasta que me tuve que bajar de la formación. Guarde el mensaje en el libro como si fuera un marca páginas y me dirigí hacia la salida cuando encontré mi reflejo en un vidrio sucio de la estación. No me había percatado que estaba sonriendo.