Besar: Isla Zevil

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-¡Hisoka es aterrador!

-baja la voz, Leorio - Kurapika reprende al más alto

-lo siento- aferrándose a su maletín y mirando en todas direcciones, Leorio se mantiene atento. 

-así como Hisoka, existen más aspirantes a cazador que intentarán quitarnos nuestros puntos. Debemos mantenernos más alertas. Al menos yo no quiero reprobar esta prueba. 

La cara de Leorio se pone roja y en ella se traza una mueca infantil.

-claro señor perfecto... tú ya tienes los seis puntos que necesitas para aprobar esta parte del examen, yo todavía estoy preocupado. 

-silencio, Leorio. 

Leorio se congela observando a Kurapika. Ambos analizan el territorio, entre la oscuridad de la noche, es más difícil saber si están siendo o no acechados.

-mira ahí- Kurapika señala un árbol enorme que tiene un hueco en el que perfectamente podrían entrar. Kurapika es el primero en avanzar para explorar dicho lugar, luego de mirar adentro, con un ademán de su mano le brinda una señal a Leorio para que se acerque.

-podemos descansar aquí dentro unas horas y reponer energías-

-me parece buena tu idea, Kurapika, en realidad estoy exhausto. 

-aún así, no podemos permitirnos bajar la guardia. 

Leorio entra al agujero y asiente con la cabeza mientras traga saliva.

Dentro del orificio del árbol gigante, Leorio revisa cada pequeño rincón asegurándose de que no existan sorpresas o peligros latentes.

-se ve seguro... 

-parece ser que sí. 

Leorio acomoda su maletín a un lado y se deja caer despreocupadamente en el piso levantando una pequeña nube de polvo y hojas secas.

Kurapika tose y cierra los ojos

-no hagas eso, me acabas de arrojar tierra a los ojos- con las manos Kurapika se frota sus párpados cerrados. Cuando está a punto de abrir los ojos nuevamente, Leorio quien comenzó a acercarse para ayudarlo y brindarle una mano, tropieza torpemente y empujando a Kurapika hacia atrás con su propio peso, queda a unos centímetros del rostro del rubio.

Ambos adolescentes se miran fijamente sin alguna idea de cómo reaccionar ya que están demasiado cerca.

Kurapika gruñe inconforme y con sus antebrazos se saca a Leorio de encima.

El adolescente pelinegro cae sin reparos sobre su trasero, quejándose por la brusquedad del otro.

-oye, ten más cuidado, eso dolió- su mano soba su espalda baja

-tú eres el responsable de lo que te pasa. Me arrojaste polvo a la cara, luego me aplastas, y como si eso no fuese suficiente invades mi espacio personal de una manera sumamente vergonzosa.

Kurapika mira a Leorio agraviado y molesto. Su rostro se colorea de carmín.

-¡¿qué es todo eso?! – Leorio se aproxima a Kurapika para reclamarle más cerca y mirarlo mejor – por si no te diste cuenta, no lo hice intencionalmente, es decir, lanzarte polvo a la cara, este lugar está sumamente apestoso y sucio, me tropecé accidentalmente por querer ayudarte y si invadí tu ridículo espacio personal es porque tengo la peor suerte del mundo, como si quisiera estar tan cerca de ti... de ninguna manera podría besar tu fea y para nada sensual personalidad - Leorio se cruza de brazos con recelo.

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