Bosque tenebroso

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La intriga de saber quién fue o de donde provino ese grito se hacía cada vez mayor al caminar. 

Su imaginación le realizaba un mal juego, la mirada la tenía perdida en la nube que recientemente tapaba la luz de la luna mientras que sus pies se enredaban en las raíces de un árbol. Las rodillas y las manos frenaron el golpe, el sudor resbalaba por su rostro. 

Se dijo a si mismo que debía volver a su aldea, todo lo que veía cada vez que caminaba más y más lo convencía de qué debería volver por dónde vino pero cómo iban a sanar los enfermos si el no llegaba con la medicina que encontraría a unos kilómetros de este espantoso y terrorífico bosque. 

Siguió caminando en la oscuridad de la noche a pesar de su dilema. 

Los aleteos y los insectos cesaron como si algo los obligara a callar. El viento incrementó su fuerza, lo notó porque se sostuvo de un árbol que tenía a su lado para no caer nuevamente. 

Los mounstros y los espíritus no existen, se repetía. Habían muchas leyendas y cuentos sobre este bosque, las personas entraban, nunca volvían y desaparecían. Estos pensamientos no se iban, no sabía por qué de repente su mente lo traiciona de esa manera. Este bosque es muy gigante, espeso y siniestro, llegó a la conclusión de que eso hace que las personas se desorienten y eventualmente desaparezcan. Trataba de convencerse a sí mismo. 

Lo qué pensaba eran patrañas porque se daba cuenta de los escalofríos que producía la atmósfera al entrar en este tenebroso bosque. Era como si todos los cabellos del cuerpo se erizarán al colocar un pie en el bosque, la desolación que se sentía era enorme. 

Sin mirar a atrás se dió su marcha, no era valentía lo que lo motivaba en ese momento, lo motivaba pensar en las personas que lo necesitaban. 

En esa época el sentir miedo significaba que no eras un hombre, sin embargo ahí no había nadie quien podría juzgarlo. Esos pequeños roedores voladores que pasaban cerca de su cabeza no serían su jurado, se preocupó más lo que pensaba esa persona que está de espalda apoyada en un árbol con un sombrero y capa negra. 

Él se detuvo, quería saber quién era esa persona y por qué se tapaba el rostro con una máscara de madera. Estaba muy atónito y asustado por encontrarse a una persona en medio de la noche en este espantoso bosque, luego pensó que sería un alivio toparse con alguien para viajar juntos. El desconocido posiblemente sea un malabarista porque era muy bueno manejando esas dagas con ambas manos, vió venir una de esas hojas de acero casi que volando por su propia voluntad atravesando su hombro, demasiado desprevenido para esquivarla cayó al suelo con gran impacto. 

Confundido y angustiado se sacó la daga y empezó a arrastrarse, el primer pensamiento que le llegó fueron los enfermos, él quería salvarlos y no defraudarlos. ¿Que pasaría con ellos si este lunático me mata? No quería ser otra persona desaparecida. 

Cuando logró levantarse, el sujeto desconocido estaba en frente de el clavándole la otra daga en el pecho.

El momento en que la mente reproduce su vida antes de perecer pasó muy rápido, el chico era muy joven con pocas experiencias pero cautivadoras, como la vez que un niño pequeño cayó en un pozo y el lo ayudó a salir de ahí, no sabía muy bien por qué le llegó ese recuerdo pero lo que si sabía es que siempre le gustaba ayudar a otros. 

Sus planes de salvar a la aldea desaparecieron junto con su espíritu y alma, ahora solo sería otra persona que desapareció en el bosque.

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