Esposo de un mafioso.

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Un nuevo día había empezado.

Los rayos del sol se colaban por la ventana de la habitación de la joven pareja. Ambos se encontraban abrazados, disfrutando del calor del contrario con tanto gozo. Aquel momento era agradable para los dos, pero lamentablemente el sonido de la alarma los despertó, arruinando el bello momento que compartían.

—Hmmm, mmm.

Fushiguro Megumi, un joven azabache de gran belleza, se removió incómodo por el taladrante sonido del despertador. Se deshizo del agarre de su pareja y aproximó su mano al reloj. Apagó el sonido molesto y se dejó caer sobre la cama una vez más.

Aquel día era lunes y eso significaba una cosa: el inicio de su jornada. Él tenía que levantarse de mañana para poder arreglarse para ir a la universidad, sin embargo, el cansancio no ayudaba. A eso se le sumaba el hecho de que su pareja lo estaba abrazando de nuevo haciendo que su calor lo envolviera y el sueño regresará. Nada lo estaba ayudando a querer levantarse, aún así...

—Tenemos que levantarnos —Le dijo el azabache ocultando su cara en el pecho del hombre de cabellera rosada.

—Cinco minutos más —susurró somnoliento. Ryomen Sukuna, un hombre unos años mayor que Megumi, de gran presencia, sin olvidarse de un gran atractivo, no estaba dispuesto a romper ese agradable momento.

—Tengo que ir a clases... y tú a trabajar —Le recordó Megumi abrazando al contrario. Aunque sabía que tenía cosas que hacer ese día, también quería seguir en esa posición, junto a su pareja.

—Quedémonos así todo el día —pidió el mayor enredando sus piernas con las del menor.

—No, tenemos cosas que hacer —Fushiguro se despertó por completo y se separó de su pareja para así poder levantarse. Una vez fuera de la cama, Sukuna soltó un quejido de molestia al ya no tener el color de su pareja.

—Megu...

—Levántate —ordenó el chico quitándole las sábanas.

—¡Hmmn! —Sukuna se dio media vuelta y quedó boca abajo—. Megu... durmamos un poco más —pidió.

—Ya sabes que no me gusta que me digas así.

Ryomen sonrió desde bajo la almohada. Giró su cabeza y miró a su pareja de manera burlesca.

—¿Qué quieres que haga? Así te llamas.

—Sabes que lo odio.

—No te diré Fushiguro. Pareciera que somos unos extraños y no esposos. Suficiente tengo con que sigas conservando tu apellido.

Megumi rodó los ojos.

—Pues si te molesta esta situación, podemos separarnos.

—¡Nooo! ¡Todo menos eso, todo menos eso! —Sukuna se levantó rápidamente y se colocó frente a su pareja.

Fushiguro sonrió victorioso y Ryomen frunció el ceño. Había caído de nuevo.

El peli-rosa sabía que su pareja podía llegar a ser muy extremista y si decía algo, lo había. Era por ello que con sus amenazas debía de tener cuidado, pero también eso era... el interruptor para que Megumi se pidiera salir con la suya.

Y pensar que dicen que yo soy el manipulador —Sukuna sonrió nerviosamente entre orgulloso por su pareja y decepcionado de sí mismo.

—Ya que te levantaste... comencemos con nuestras tareas. Si no mal recuerdo, hoy te toca hacer el quehacer de toda la casa antes de que te vayas a trabajar. Ve comenzando en lo que yo tomo un baño y después preparó el desayuno.

Esposo Mafioso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora