Capítulo 4: Favores

6 2 3
                                    



Leah

No debí quedarme a escuchar esa conversación, ¿Por qué simplemente no entré al departamento?, no era tan difícil.

Ahora estoy con un gato en las manos y acabo de ver como mi nuevo vecino cierra su puerta luego de decirme "Sostén esto".

Literalmente se fue luego de decir eso y yo no tengo ni idea de qué hacer con un maldito gato.

Entro a mi casa con el gato en mis manos y lo dejo en el suelo luego de cerrar la puerta. Se me queda mirando fijo sin moverse. Este gato da miedo.

Supongo que mañana se lo devolveré, o en realidad hoy, pero en unas cuantas horas más.

Decido que no me preocuparé, de todas formas, necesito un poco de compañía.

Camino hasta mi habitación, me saco la ropa y me pongo pijama, bueno no tengo pijamas, pero una camiseta que sirve como camisón califica como pijama para mí.

Voy a la cocina y le pongo una pequeña taza con agua en el piso al pobre gato. No tengo comida para mi así que menos para él. Lo siento gato.

Miro la hora en mi teléfono y ya son las 5 am. Debo dormir.

Y eso es lo que hago.

Un calor inusual es con lo que me despierto. Tengo al gato acostado en toda mi espalda, no puedo moverme. Sonrío, es la primera vez que duermo acompañada, se siente bien.

—¿Cómo estás gato?

Abre uno de sus ojos como si aún no quisiera despertar, me causa gracia lo parecido a un humano que es.

—Si, yo tampoco quiero despertar, pero ya son las... —reviso mi celular y veo que son las 4 de la tarde —. ¡SON LAS 4 DE LA TARDE!

Como se supone que dormí tanto tiempo.

Me levanto de sopetón y me meto a la ducha, se supone que a las 5 tengo que ir a mi turno en la biblioteca de la ciudad, uno de mis trabajos de medio tiempo.

No demoro más de 3 minutos dentro de la ducha y ya estoy secándome el pelo, tengo que comer algo si no quiero estar famélica otra vez, ya me agarraré algo en el camino.

Cuando entro a mi cuarto de nuevo para poder vestirme el gato sigue allí.

Me mira como diciéndome "¿En serio me vas a dejar solo?"

Si, bueno, no es como si yo fuera tu dueña.

— Hablando de dueños, te voy a devolver al loco de ayer, ¿si?

Hace un ruido parecido a un maullido quejumbroso, bueno somos dos los que pensamos que tu dueño está loco.

Termino de vestirme y agarro mi bolso con mis cosas dentro. Miro al gato y lo tomo en brazos.

Salgo corriendo del departamento y voy a la puerta de al frente. Toco lo más fuerte y rápido que mis brazos y manos pueden.

Nadie abre, no puedo tener al gato todo el día y no tengo tiempo para esto. ¿Qué hago yo ahora?

Justo cuando creo que tendré que llevarme al gato al trabajo la puerta de los nuevos vecinos se abre, es el vecino loco.

—Toma —le entrego a su gato y me voy.

Mientras voy bajando escucho que grita un "¡Gracias!".

Sonrío, pensando en que ese gato tiene serios problemas en casa.

Soy suertuda otra vez y llego a tiempo al trabajo, aquí solo debo quedarme hasta las 9pm, es un buen empleo, además de que el ambiente es el más tranquilo de todos los lugares en los que trabajo.

El lugar está lleno de tonos cálidos, hay sillones y mesas dónde los estudiantes se ponen a trabajar. Lo mejor de todo es que en estas épocas del año no viene casi nadie, solo las almas más viejas o las más solitarias vienen a pasar el tiempo por gusto aquí.

Hago lo normal, ordeno los libros por sección, barro un poco en el segundo piso, porque si, tiene segundo piso. Ordeno algunos archivos en la computadora y presto dos libros a un cliente frecuente. Las horas aquí se pasan volando, es agradable.

Afuera comienza a llover.

Genial.

No traje más que lo que traigo puesto y definitivamente no traje un paraguas.

Comienzo a cerrar la biblioteca y a apagar las luces, debo dejar todo en orden.

Cuando termino la lluvia no ha parado, si no es que ahora llueve más.

Desde aquí al edificio donde vivo son 5 cuadras, y no hay locomoción. Y no quiero pedir un Uber, no tengo mucho dinero y ciertamente no lo voy a gastar en algo como esto. Tendré que caminar bajo la lluvia.

Que romántico sonó eso.

Lo único romántico que eso tendría sería si me atropellara un camión.

Que mala suerte que por estas calles no transite ni un alma.

Dejo la puerta de la biblioteca bien cerrada, coloco mi bolso sobre mi cabeza y comienzo a correr bajo la lluvia.

Un poco de cardio no le hace mal a nadie de vez en cuando.

Mientras voy corriendo una especie de niebla nubla todo y con suerte puedo ver por donde camino, eso sumándole la lluvia y mis músculos agarrotados por la falta de ejercicio que no he hecho en toda mi vida, si, ¿Ahora quién es la patética?

Se que faltan dos cuadras para llegar a la calle del edificio, así que dejo de correr y camino, de todas formas, ya estoy empapada.

No sé si es el cansancio o la neblina, pero estoy muy segura de que estoy viendo una silueta venir corriendo hacia mí.

Por favor que no me vayan a robar. Por favor que no me vayan a robar. Por favor.

Sin embargo y en contra de todos mis pensamientos, cuando la silueta me alcanza no me roba, en cambio deja un paraguas encima de mí.

—¿Es que quieres pegarte un resfriado y morir?, ¡ten esto y camina, lo necesitas más que yo! —grita por encima de la lluvia. Le miro la cara y, ¡ES EL VECINO LOCO!

No alcanzo a darle las gracias cuando ya está corriendo calle abajo. Supongo que ira a la tienda.

Lindo detalle, pero un estúpido lindo detalle, dado el hecho de que ya estaba completamente mojada.

Creo que estamos a mano con los favores, desconocido. 

Siempre siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora