¿DIJISTE MAGIA...?

77 14 20
                                    

El caballo marchaba a una gran velocidad dirigido por Hanna, río arriba, atravesando el claro de un bosque de pinos. Durante todo el viaje el bardo tenía bastantes dudas sobre a dónde se dirigían pues no seguían un camino evidente. Tras cabalgar por un par de horas, Dane comenzó a reconocer el paisaje a su alrededor. Un sendero se asomaba e iba en dirección al pueblo de Ameyali.

-¿Qué hacemos aquí? -preguntó el bardo.

-Necesitamos un lugar donde pasar la noche. -contestó Hanna y en su voz se percibía un tono inquieto.

Se dirigieron a la "La nutria fresca", pues era el único lugar confiable que conocía el bardo. Se acercaron al establo ubicado justo al lado del establecimiento, descendieron de la silla de montar, acercaron al equino al abrevadero, lo ataron a un poste cercano y entraron. El vestíbulo estaba vacío, sutilmente iluminado por unas pequeñas velas en cada una de las mesas del lugar y la barra. Lou no tardó demasiado en notar su presencia y darles la bienvenida.

-¡Por todos los dioses! -exclamó Lou -¿Qué hacen viajeros como ustedes aquí y a estas horas?

-Hola Lou -saludó el bardo.

-¡Válgame el cielo! ¡Señor Dane! Creí que había muerto al presenciar la llegada de su caballo al pueblo sin su compañía.

-¡Mi caballo! ¿Dónde está? ¿Está bien?

-Lo dejé en el establo, no se preocupe, se encuentra en buenas condiciones, yo he cuidado de él.

-Pero, acabamos de estar ahí y no había ningún caballo -dijo el bardo en tono solemne.

De pronto le entró un furor y una desesperación inmensas, ¿Qué había pasado con Topacio? ¿Acaso alguien se lo llevó? Y si así fue, entonces ¿Quién?una posible respuesta a esa última pregunta llegó como una chispa incendiaria.

-¡¿Dónde vive el malnacido de Bill?! -exclamó el bardo, furioso.

-En los límites del pueblo, por el bazar, pero me temo que ya no podrá encontrarlo, señor.

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué no?! -su rabia incrementaba a cada segundo.

-Porque Bill está muerto.

La noticia de la muerte de Bill se sintió como una bofetada, la ira había disminuido al instante, pero aún seguía teniendo preocupación por Topacio.

-¿Cómo pasó? ¿Cuándo ocurrió?

-Fue la bestia, señor, hace tres días.

-¿3 días?- pensaba para sí mismo el bardo. Había estado inconsciente tres días y Hanna nunca se lo había dicho.

-¿Por qué no me dijiste cuanto tiempo estuve inconsciente?

-Te dije que te aclararía todo cuando estuviéramos a salvo y además, nunca me preguntaste. -contestó la chica cruzando los brazos y alzando una ceja.

El bardo no sabía si replicar a la chica, no quería sumar más problemas a la lista y ella le había brindado un refugio, por lo que decidió que sería mejor aclarar todo en privado.

-Lou, danos una habitación, por favor.

-Cielos señor Dane, de darlo por muerto a encontrarlo con una chica ehh... -dijo Lou con un tono insinuante y guiñandole un ojo

-Que sean dos habitaciones, no haga suposiciones donde no debe-mencionó Hanna dirigiéndose al dueño de la posada

Lou los condujo al piso superior y le entregó al bardo dos llaves pequeñas, de extremo redondo y plateadas correspondientes a ambas habitaciones, Lou les dio las buenas noches, se dirigió al final del corredor, pero antes de poner un pie en el primer escalón para descender, dio vuelta su cabeza para mirar a Dane, le guiñó el ojo de nuevo y regresó a su puesto en la barra de la planta baja. Hanna notó el gesto pero solamente volvió la mirada y dejó pasar la situación. Ambos decidieron entrar a una de las piezas.

-Muy bien, ya estamos a salvo. -comentó el bardo, pero Hanna no estaba convencida, recorrió cada esquina de la habitación con una marcha pausada, como si estuviera tratando de encontrar algo. Al final nada le llamó la atención por no ser algo sospechoso y tomó asiento en la cama.

-De acuerdo -dijo la chica -. Puedes empezar con tus preguntas.

El bardo no sabía por dónde comenzar, tenía muchas dudas, la casa, la comida, la sombra y la forma en cómo se esfumó.

-¿Qué era la casa? Las cosas aparecían de la nada.

-Ya te lo dije; es un refugio -contestó Hanna sin darle demasiada importancia y mirando hacia el exterior de la ventana.

El bardo frunció el ceño, no estaba nada convencido con la respuesta proporcionada.

-Dijiste que me aclararías todo -acusó el bardo encontrando su mirada con la de Hanna, los ojos de la chica parecían lanzar un ligero destello.

-Es un refugio mágico. -contestó la chica arrastrando las palabras.

-¿A qué te refieres con "mágico"?

Hanna resopló, lanzó un suspiro y tardó un momento en contestar.

-Verás, yo pertenezco a un entorno donde las cosas se consideran algo diferentes, "mágicas".

-La magia no existe -respondió con un tono seguro.

-Que no la puedas ver no significa que no existe -dijo ella en tono acusatorio -. El aire, el agua, los árboles, los monstruos, incluso tu vida forma parte de la magia.

El bardo estaba impresionado. La magia era algo imposible, algo que solo existe en los grandes cuentos y las canciones que había aprendido de niño, pero todas las grandes historias tienden a tener un poco de realidad.

-¿Y la comida que aparecía de la nada?

-No le des más vueltas, es magia. La casa está hecha para cubrir tus necesidades,y tú necesitabas reponer fuerzas, asearte y descansar un poco, pero tiene un límite; solo puedes quedarte hasta que te alivies.

-Ya entiendo... ¿Qué hay de la sombra?

-Jeje, esa es una buena pregunta... digamos que son criaturas mágicas pero, malvadas. -dijo la chica mostrando los dientes y frunciendo el ceño.

El bardo no quedó satisfecho con la respuesta, pero no replicó esta vez.

-¿Son peligrosas?

-Demasiado, si te hieren pueden consumirte, pero son fáciles de detectar, aunque es bastante desagradable; cuando una anda cerca podrás sentir una angustia o un miedo sin razón aparente

-Muy bien, ¿Qué hay de...?

-Suficientes preguntas -interrumpiendo -aunque probablemente la respuesta sea "magia'', y para ser una persona común ya sabes demasiado.

-De acuerdo, te propongo esto, si tú me ayudas a buscar a mi caballo yo trataré de no hacer más preguntas.

-Vaya, si que quieres mucho a tu caballo.

-¡Claro! Es mi mejor amigo desde que tenía doce años, él ha estado conmigo en los momentos más tristes, felices e importantes de mi vida.

-No muchos arriesgarían su vida por la de su caballo. No eres tan común después de todo...

-Entonces... ¿Tenemos un trato? -preguntó esperanzado de volver a reunirse con su fiel acompañante.

Dane contempló un segundo destello proveniente de los ojos de la chica. Hanna contestó con una ligera sonrisa:

-Te ayudaré.

El BardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora