Capítulo 1.

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—Vamos ____________, tu primera clase es a las diez y son las nueve. Mientras llegues a la universidad se hará tarde si no te apuras.

Cubrí mi rostro con una almohada, haciendo que Jordan suspirara de frustración otra vez. 

Se había pasado como media hora entera tratando de sacarme de la cama, me había desanimado con lo de seguir con mi vida. No quería. A Jordan se le había ocurrido la hermosa idea de quedarse conmigo en su departamento lujoso en la punta de un rascacielos.

Cuando no lo volví a escuchar más pensé que había ganado, y sonreí para mí misma. Me cubrí nuevamente con mi sobrecama, lista para volver a dormirme hasta nuevo aviso.

Pero antes de que haya podido conciliar el sueño, agua cayó en mi cabeza, haciéndome saltar como un canguro que lo acaban de atacar. Jordan tenía un vaso de agua en sus manos y una sonrisa enorme en sus labios.

— ¿Qué demonios tienes?—pregunté quitándome el agua de los ojos. 

—Buenos días, solcito, ¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar. —Me extendió el vaso de agua, recibiéndolo con mi mano—Alístate, ahora.

Se dio media vuelta para irse de mi habitación.

—No soy una niña—le reclamé.

—Solo apúrate, ____________. Te dejaré en la universidad.

— ¿No confías en mí?—pregunté, haciéndome la ofendida. Yo también desconfiaría de mí. Tenía que admitir que había planeado hacer como si estuviera yendo todos los días a clases y en vez de eso regresar a casa a regresar mi larga siesta.

Jordan abandonó mi habitación dejando la pregunta en el aire.

{…}

—Te vas a morir de frío con eso—comentó Jordan, colocándose su pesado abrigo.

Me encogí de hombros, crucé mi bolso rojo donde llevaba mis papeles, mi horario, lapiceros y cosas como esas. Solo llevaba un delgado abrigo, y afuera estaba nevando. Igual no importaba. Solo iba a ir a escuchar una estúpida clase, acabaría con esa, iría a la siguiente y después regresaría al departamento. Esa sería mi rutina.

—Toma—dijo extendiéndome una tarjeta de regalo de Starbucks.

Vi la cantidad que tenía acumulada y era de cien dólares.

— ¿Para qué es?—pregunté confundida.

—Puedes invitar a amigos por un café, puedes hacer nuevos amigos.

—Sobornarlos con café de por vida no me va a ayudar a conseguir muchos amigos. Odio el café, si no recuerdas.

—Pero amas las galletas de allí. Solo trata de ser amable con los demás, _____________. Ellos quieren ver a la antigua ______________.

— ¿Y quién es la antigua ______________?

—La que tiene esa sonrisa enorme en su rostro el setenta por ciento del día. —aclaró. — ¿Esta es la parte en la que te llevó de la mano hasta la puerta de la universidad, y me encargó de avergonzarte?

—Ya me estas avergonzando. Dios, todo el mundo está viendo tu auto como si fuera oro. ¿No puedo tomar un taxi y ya?—reclamé, él automáticamente negó con la cabeza.

—Estoy seguro que nunca vendrías a la universidad. —se expresó—Eh, ¿____________?

—Dime.

—Hoy vamos a cenar en la noche.

— ¿Una cena de verdad? La última vez que intentaste cocinarme algo no resulto muy bien que digamos.

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