Capitulo V

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No sabía que tiempo había pasado, mis muñecas dolían por la presión que hacen las esposas, intentar zafarme de ellas solo hizo rasgarme.

La puerta se abrió, Libidine había entrado a la habitación, se sacó el gorro de la túnica, dejando ver su cabellera un poco larga, se acomodó varios mechones antes de quitarse la máscara, sentía que había visto ese rostro en algún lado, una sonrisa decoraba su rostro. Me miraba sin decir palabra alguna, el silencio se sentía eterno, así que decidí romperlo.

─ Me han lastimado las esposas. ─ Se acercó hacía mi verificando lo que había dicho. ─ ¿Puedes quitarlas?

─ ¡Lo siento! ─ Las quito apresuradamente. ─ solo quise protegerte e impedir que te vayas.

Pasó sus dedos suavemente por la herida, sentí un leve ardor conjunto con su tacto. Me llevo a la cama, saco un botiquín y prosiguió a poner alcohol en la herida.

La expresión de su cara reflejaba ternura pero una ternura siniestra.

─ ¿Por qué eres amable?

─ Veo que te han orientado bien. ─ Se sentó a mi lado cruzando sus piernas. ─ Eres oro entre tanto cobre Eider.

─ ¿Yo?

─ Mírate, todos quieren tenerte a su lado. ─ Llevo sus manos a mi cara, estaban cálidas. ─ Te salve de los lobos, ahora me debes una.

Se levantó buscando en un armario, parece que vive en este lugar.

─ Debes cambiarte. ─ Me tendió un vestido conjunto a una máscara. ─ Me pagarás el favor yendo a una fiesta conmigo.

No objete, él se dio la espalda mientras yo me vestía, buscaba en el armario algo más, quizás una ropa para él. Al girarme estaba terminando de ponerse un traje, le hacía bien vestir así.

─ Deberías peinarte.

Me sentó enfrente de un espejo, me pareció gracioso porque los cortos mechones eran difícil de peinar, paso un cepillo, echándolos hacía atrás. Procedió a ponerme una peluca, y recogió con un dije las esquinas, dejando los demás mechones hacía atrás.

Me puso un poco de sombras para los ojos, al igual que un labial color rojo burdeos. Hacia tanto que no me vestía así, desde que el cáncer se hizo presente, no pude verme arreglada por mucho tiempo.

─ Toma. ─ Me tendió un antifaz negro. ─ No pueden saber quién eres.

Él se había peinado su cabello hacía atrás, parecía un caballero, uno que te llevaría directo a la lujuria.

Salimos por una puerta a través del armario, daba a otra habitación, esta vez muy distinta, parecía una habitación real, llena de azulejos.

En una de las pareces había un cuadro de él, vistiendo un traje azul.

Salimos de la habitación, un largo pasillo adornado con cuadros de él y lo que parece ser su familia. No había nadie más en el lugar, salimos hacia el garaje directamente.

─ Si quieres puedes elegir el auto.

No podía contar con las manos los autos que había en el lugar, de diferentes marcas, diseños y colores. Señale un convertible rojo que estaba en una esquina.

Nos subimos en él, ver la mansión desde el exterior daba miedo, tenía aires de realeza pero pinta de infierno. Quizás por eso iba con uno de los siete pecados capitales a mi lado.

Condujo por más o menos una hora, solo se podía admirar la naturaleza, al parecer estábamos a las afueras del pueblo. Se estaciono enfrente de una gran casa, había chicos de la universidad afuera tomando alguna clase de champaña.

Los chicos iban todos de trajes, mientras que las chicas todas iban con máscara, excepto una, que reconocí al instante. Tobby estaba en una esquina, vestida de traje con una copa de vino en sus manos, la cual llevaba a su boca cada unos cuantos segundos.

Libidine me tomo de la mano, se dirigió hacía un grupo de tres chicos y tres chicas.

─ ¡Vaya, vaya! ─ Uno de ellos abrazó a Libídine. ─ Nuestro chico de oro al fin trae a una dama.

─ Esto merece un brindis. ─ Otro más le abrazó. ─ Cada vez nos sorprendes.

─ Me pregunto quién será la afortunada. ─ Él último se limitó a darle solo la mano y caminar hacia mí. ─ ¡Me gustas!

Todos en el lugar rieron, yo solo mantenía mi postura, solo era su acompañante, no tenía por qué encajar con ellos.

Las tres chicas murmuraban entre sí, una de ellas me miraba con odio, una con carisma y la otra con incredulidad.

El chico de oro cada cuanto me dirigía la mirada, no soltaba mi mano, solo se limitaba a hablar con los chicos.

─ Señor Morgan. ─ Uno de los camareros se dirigió a él. ─ Lo esperan para iniciar el discurso.

Se despidió de los chicos, antes de seguir a aquel señor. Con su pulgar hacía círculos en mi mano, se le notaba nervioso y estaba a punto de saber el porqué.

Allí en el centro había una pareja, un tanto mayor a diferencia de los demás. El señor era el mismo de las fotos familiares que estaban en la casa de Libidine, supongo que ha de ser su padre, mientras que la mujer que se encontraba a su lado no era la misma que la de los retratos.

Ambos saludaron a Libidine, mientras que a mí solo me miraron con extrañeza.

─ ¡Buenas noches! ─ Procedió a decir el padre de Libidine. ─ Primero que nada, me hacen sentir honrados con sus presencias, para mí y mi familia es un honor apoyar a la juventud en sus actividades formales. Estamos aquí hoy para anunciar el evento más grande de todo Palmur, porque los jóvenes son lo que más nos importa a la Familia Morgan.

─ Chicos y chicas, sean ustedes bienvenidos. ─ La mujer empezó a hablar. ─ Hoy es un nuevo comienzo, una nueva etapa para Palmur, por fin podremos hacer la diferencia de todos los gobernantes. Les presentamos a ustedes el grandioso y majestuoso evento "MISS Y MISTERS PALMUR".

─ El evento consiste. ─ Libidine con pocos ánimos continúo el discurso. ─ En un concurso, todos los jóvenes de Palmur pueden participar, el objetivo es mostrarle al mundo la cara de Palmur, será en equipo, una chica y un chico. El evento durará una semana, en la cual se les pondrá retos a cada equipo, todos diferentes, van a ir siendo eliminados conforme el tiempo que tarden en completar los retos, hasta que queden tan solo 3 equipos.

─ Cuando queden los 3 equipos. ─ Grande fue mi sorpresa al oír a Tobby. ─ Les darán una semana de preparación física y psicológica, donde deberán mejorar sus atributos físicos, porque el público votará anónimamente sobre quien posee los mejores de estos, pasado esto se eliminará un equipo y los dos finales deberán completar un reto, el cual no tengo idea porque La señora no quiere que sepamos para que compitamos en su tonto jueguito.

Todos los jóvenes aplaudieron entre risas, Tobby se fue del lugar mientras terminaba el contenido de su copa, libídine comenzó a caminar entre la multitud, hasta llegar a una puerta, la abrió para dejar ver un baño vacío, ingresamos y cerró la puerta tras de sí.

─ Eider, mi padre quiere que compita y no confío en nadie más para ser mi pareja.

─ ¿Qué te hace pensar que confiare yo en ti?

─ No eres como los demás, eres la única que no clavaría un cuchillo en mi garganta.

─ Pero tú sí en la mía.

─ Se me controlar querida. ─ Se acercó a mi cortando la distancia entre nos. ─ Puede que represente la lujuria, pero no te haría nada que no quisieras, claro, menos el ser mi pareja del evento.

Alguien toco la puerta, por lo que no me dio tiempo a responder, Tobby estaba parada en el marco, observándonos a ambos, no sé porque sentía que veía más allá del disfraz, me sentía expuesta ante ella.

─Casi no te reconozco, buen disfraz Mon amour.

Sweet DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora