AL RESCATE DE UN AMIGO

85 15 22
                                    

A la mañana siguiente se prepararon para ir en busca de Topacio. Tomaron un ligero desayuno en el vestíbulo, le dieron las gracias a Lou y compraron víveres en el mercado. Comenzaron la búsqueda en los límites del pueblo.

-Muy bien -dijo Hanna -¿Hacia dónde?

-Dejé a Topacio cerca del barranco, pero Lou dijo que había vuelto a la posada.

-Tal vez fue a buscarte al barranco. Los animales son más inteligentes de lo que cree la gente.

-Puede que tengas razón, vamos al barranco.

Montaron el caballo de Hanna y se pusieron en marcha. Dane tenía fresco en la memoria el camino que recorrió, con cada metro que avanzaba, su preocupación incrementaba. Hanna notó esto y trató de distraerlo con preguntas para que su mente estuviera en otro lado.

-¿Por qué buscas monstruos?

-Es un buen tema para una canción.

-¿Una canción? ¿Eres un bardo?

-Así es.

-Eso explica la ropa extravagante jaja - Dane se sonrojo un poco - ¿Por qué no buscas otro tema?

-Si te explico todo te burlaras.

-¡Oh vamos! Puedes contármelo.

El bardo dudo un momento, aun no confiaba del todo en Hanna, pero había algo en la chica que hacía que esas pequeñas dudas se disiparán.

-Quiero que me recuerden... quiero dejar mi huella en el mundo. Crear una canción que haga que el mundo reconozca que es mío. Y viajar a cualquier sitio mientras la gente canta mi canción y los niños se emocionen al oír a los monstruos. Probar que mi vida valió de algo -Hanna lo miró fijamente y tardó un momento en contestar.

-Creo que en el fondo todos buscamos eso; probar que nuestra vida no es algo pasajero y que cada quien tiene una canción que regalar al mundo -Dane asintió y después de esa breve charla siguieron el camino en silencio.

Hanna hizo que su caballo fuera más deprisa, el tiempo apremiaba, y el caballo de Hanna era bastante veloz así que no tardaron mucho en llegar a la zona de la cueva.

-¡Es aquí! -exclamó el bardo.

Ambos bajaron del caballo y el bardo corrió con prisa a la zona donde dejó a Topacio.

-Lo deje aquí, antes de entrar a la cueva.

-¿Dónde está la cueva? -preguntó la chica volteando en distintas direcciones.

-Allá -contestó el bardo señalando una pequeña abertura oculta por unos arbustos.

-Ok, vamos a entrar.

-Pero, ¿y el monstruo?

-Para eso vamos preparados. -dijo la chica sacando una pequeña bolsa de las alforjas del caballo. Metió toda la mano y parte del brazo en el bolso como si este no tuviera fondo, sacó un arco y un carcaj con flechas, después de colgarlos en la espalda volvió a meter la mano y esta vez sacó una espada larga y fina, se la entregó al bardo.

-Ten, tómala -Dane la miró confundido y Hanna insistía en entregar la espada -. Vamos, no muerde. ¡Oh cierto! Se me olvidaba -volvió a meter la mano en el bolso y esta vez sacó la vaina de la espada -. Ya está, tómala -Dane tomó la espada y sorpresivamente era bastante ligera y para nada incómoda, podía sostenerla con una mano sin problema -. Antes de entrar, necesito saber que no te sacarás un ojo. Practica unos golpes en ese árbol.

El bardo se encaminó al árbol que Hanna le había señalado y lanzó un tajo dejándole una marca al árbol.

-Perfecto, ahora intenta darle a la misma marca -el bardo apunto a la marca y lanzó otro tajo, pero este salió un poco desviado -. Bueno, podría ser peor. Vamos, atento a cualquier movimiento o sonido.

Los 2 entraron a la cueva, pero a diferencia de como la recordaba el bardo esta vez estaba completamente a oscuras. Intentaron caminar un par de metros, pero era imposible ver más allá de sus narices.

-¡Diablos! -se quejó Hanna en susurros -No veo nada.

-No tendrás unas antorchas en ese bolso ¿o sí?

Hanna lo miró con una sonrisa y de la bolsa que ahora tenía colgada al cinto saco 2 palos de madera. Le entregó una al bardo y con un ademan con la mano las encendió. Dane estaba asombrado, esta chica era impresionante.

-¿Qué hacemos si...?

-Shh, no hagas ruido y deja de pisar tan fuerte.

Dane avanzaba despacio, tratando de no hacer ningún ruido, en cambio Hanna iba con grandes pasos, pero inaudibles. Después de avanzar a donde el bardo se había resbalado se detuvieron. Hanna señaló un bulto que no alcanzaban a distinguir que era. Decidieron acercarse con lentitud.

-Parece...

-Shh, atento -susurro la chica preparando su arco con una flecha -. Algo se acerca.

El bardo desenvainó la espada y la sostuvo con una mano mientras con la otra tenía preparada para lanzar la antorcha. Los 2 miraban en distintas direcciones buscando al monstruo. De pronto el techo comenzó a crujir y ambos reaccionaron apartándose. Del techo se abrió un agujero y la criatura cayó lanzando un chillido ensordecedor e igual que la última vez; una voz sonó dentro de la cabeza del bardo.

-Carne fresca -siseó la voz mientras la criatura se acercaba hacia Dane.

Hanna tensó el arco, pero antes de que pudiera soltar la flecha, la bestia se abalanzó sobre el bardo, pero con gran agilidad y reflejos logró esquivar la. Hanna aprovechó el despiste de la bestia para soltar la flecha que se incrustó en la espalda del monstruo y este lanzó un chillido de dolor horrible. El bardo no lo pensó y arrojó la antorcha en dirección al monstruo y este comenzó a chillar de dolor

-¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Quema!!! -gritó la voz en la mente de Dane.

Hanna dio el golpe de gracia lanzando una flecha directo al ojo sano del monstruo.

-Hey hacemos un buen equipo -afirmó la chica con una sonrisa.

-La escuche en mi cabeza, escuche como sufría de dolor -dijo Dane con inquietud y Hanna lo miró con compasión -. Vamos, sigamos buscando.

Continuaron avanzando hasta el fondo de la cueva, pero no había rastros de Topacio ni de restos humanos. Dane sintió una profunda tristeza, la única pista que tenían no los había llevado a nada. Ahora el caballo podría estar en cualquier parte o en el peor de los casos, podría estar muerto.

-Vamos, hay que volver con Tofu -dijo Hanna.

-¿Tofu?

-Es mi caballo, ¿No te lo dije?

-Hay varias cosas que no me dices. -Hanna se encogió de hombros y ambos salieron de la cueva.

El sol se asomaba por encima de la copa de los árboles y los pájaros comenzaban a silbar una pequeña melodía, este pequeño gesto hizo que el bardo sonriera.

-¡Tofu! - exclamó Hanna, pero su caballo no acudió al llamado -¿En este bosque desaparecen los caballos o qué? ¡Tofu! -a lo lejos se escuchó un relincho -Ahí estás ¿Por qué te escondías? -Tofu relincho varias veces -¿Dónde? -preguntó Hanna.

Dane no comprendía la extraña situación ¿Ahora Hanna hablaba con los caballos? ¿Hay algo que no haga esta chica?

-¿Puedes hablar con él?

-Sí, vamos hay que seguirlo -dijo la chica tomándolo de la mano y corrieron detrás de Tofu.

Tras seguir al caballo por 5 minutos llegaron a un sendero

-¿Aquí? -preguntó la chica y su caballo asintió.

-¿Qué? ¿Qué hay aquí? -preguntó Dane bastante confundido.

-Huellas; huellas de cascos.

El bardo comprendido por fin, Tofu los había llevado al posible rastro de Topacio.

-Vamos, hay que seguirlo, sube. -los dos subieron al lomo de Tofu y siguieron el rastro de las huellas.

¿Serían las huellas de Topacio? ¿Estará bien? Hacerse ese tipo de preguntas no era bueno para su mente, así que se concentró en el sendero.

El BardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora