Domingo/08/Noviembre/2020.
Permanecía encerrada en las cuatro paredes de una habitación negra en mi casa, tenía las frazadas encima con una culpa untada en mi cuerpo, si bien en la noche me cubrieron de un frío que se colaba por la ventana que yacía abierta, pero no fue suficiente para tapar la responsabilidad que había en mi cuerpo y mente con las muertes que tenían mi nombre al no poder decir algo que no sentía.
Mi mente no dejaba de repetírmelo una y otra vez, de alguna manera mi cuerpo necesitaba sentir el dolor que habían sentido todos los seres que había matado.
-Es tu culpa, Angélica. Lo pudiste haber evitado, solo bastaba que dijeras dos palabras «me arrepiento», y no lo hiciste, ¿realmente era tan difícil, Angélica?-gritó mi mente mientras de manera autómata me encaminaba hacia el espejo.
Lo descubrí y me vi, el reflejo en el espejo no transmitía mi imagen, si no de aquella atroz escena que había cometido creyendo que era Angelina la que estaba bajo mi rehén. Las lágrimas salieron de manera automática deslizándose hasta llegar al suelo, en donde se desvanecieron.
Todo había sido en vano, porque mis padres no estaban amándome como me lo habían dicho que lo harían, ¿cómo pude creer en ellos?
Tiré de mi cabello con fuerza hasta sentir una presión en mi cuero cabelludo. Algunos mechones se quedaron en mis manos al ser arrancados de raíz. Las lágrimas descendían de manera rápida como si tuviera una fuente dentro de mis ojos que no dejaban de fluir.
Cubrí el espejo, no me gustaba la idea de verme rota, no me gustaba el reflejo de mí misma que me brindaba el espejo, sentía demasiado asco de mí misma. No me gustaba ver el monstruo que era, no había nada de mí que me gustara tan solo un poco, pero tampoco estaba dispuesta a cambiar.
Caminé sin ánimos hacia el estante que estaba en mi habitación, el estante donde debían estar todos mis premios que debía haber ganado en los sin fines de concursos en los que participaba, solo para hacer que mis padres se sintieran orgullosos de mí. No había nada, no había ni una sola pizca de orgullo expuesto para que todo aquel que entrara en mi habitación lo pudiera visualizar.
En su lugar y de una manera no muy agradable para mí estaban expuestas como si se tratara de un gran mural para mí, como un logro que merecía estar exhibido con orgullo, las navajas que mis padres me iban regalando a lo largo de todos los años que llevaba habitando aquí.
Tomé la navaja entre mis manos descolgándola del sitio en el que estaba expuesta como una obra de arte, el mango por el cual lo sostenía era color verde militar, lo acaricié con sumo cuidado como si aquellas manos que sentían debilidad realmente le pudieran hacer daño.
Busqué un espacio en mi cuerpo para darle un nuevo significado a mi existencia. Miré el objetivo y deslicé la navaja por mi piel, observé como se abría dejándose ver la sangre que fluía a la par con mis lágrimas deslizándose a lo largo de toda la extensión de mi brazo.
El corte fue profundo, pero no lo suficiente para dejar de sentir la culpabilidad que sentía. No era ni una mínima parte de todo el dolor que habían sentido los seres vivos que había matado ayer a causa de mi odio indescriptible hacia Angelina. ¿Cuánto más tenía que hacer para dejar de sentir lo que estaba sintiendo?
Cuando la sangre no se detuvo fui al baño y envolví mi brazo en una toalla y apreté con fuerza sosteniéndome el brazo.
-Por favor, para-me repetía a mí misma meciéndome hacia adelante y hacia atrás, pidiendo que la sangre dejara de fluir.
Aseguré la toalla atándole un trozo de tela rota para presionar con más fuerza, me metí debajo de la cama y saqué el libro que había sido mi acompañante a lo largo de todo este tiempo.
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Balas Perdidas ¿Alguien me amará? (Nueva Versión)
Dla nastolatkówLa mayoría de los seres humanos saben lo que es sufrir por amor, pero, ¿alguna vez has sufrido porque tus padres no te quieren? ¿Has sentido ese desprecio y que el resto de las personas que te rodean crean que es culpa tuya? -¿Alguien me amará?-pre...