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Un escalofrío recorrió mi cuerpo seguido de un gran dolor en mi espalda. Abrí mis ojos bruscamente y me moví en busca de aliviar el dolor, pero no me fue posible ya que el dolor siguió y se intensificó con el paso de los segundos.
Tanteo a mi lado, en busca de Chris, y cuando sentí su piel debajo de mi mano comencé a zarandearlo con toda mi fuerza disponible. El rubio no respondió, siguió durmiendo pacíficamente mientras yo me retorcía de dolor a su lado.
El dolor de espalda trajo consigo dolores en la cabeza y algunos mareos, haciendo que la tarea de levantar a Evans fuera mucho más complicada.
-Chris, es el bebé...ya viene- gruñí, con algunas lagrimas acumuladas en mis ojos. La desesperación y el dolor estaban tomando control absoluto sobre mi cuerpo. Harta de la ignorancia del actor, me levanté y caminé hacia mi armario, sacando de ahí dentro un abrigo.
Un dolor más fuerte atravesó mi espina dorsal, y me fue imposible no soltar un jadeo. Llevé mi mirada al suelo, allí yacía un pequeño charco; había roto bolsa. Era previsto aquello ya que mi embarazo cursaba la semana número 39, pero el médico jamás mencionó algo de que pudiese adelantarse un par de semanas.
Tomé lo primero que mi mano captó y lo lancé en dirección a Chris. Se hoyó el golpe del plástico chocando contra la cabeza de Evans, y proseguidamente una nube de polvo blanco lleno la cara del rubio. Iba a lanzar una carcajada pero otra contracción me hizo retractarme.
-que mierd- se incorporó con rapidez al sentir el golpe. Comenzó a toser debido al polvo del talco y, mientras el luchaba con alejarse de aquella nube blanca, yo preparaba el bolso del bebé con mis últimas fuerzas.
-Evans eres el peor esposo del mundo- gruñí. Sus ojos se abrieron como dos platos al notar que ocurría, se quedó inmóvil en su lugar, expectante -puedes ayudarme!?- la grité. Él asintió frenéticamente y se acercó a besar mi frente con suavidad y comenzar a prepararse con rapidez para partir al hospital.
Gruñi llevando mi mano a mi barriga, odiando el día en el que decidí que embarazarme era una buena idea. Los Dolores eran insoportables y lo único que quería era que sacaran a mi bebé de mi.
-encenderé el auto- aviso, besando mis labios al pasar por mi lado. Observe sus movimientos torpes, como sus manos temblorosas tomaban el bolso ya listo y lo colocaba en los asientos traseros del coche.
-aún no lo has encendido!?- ya habían pasado diez minutos desde que Chris despertó de su profundo sueño y yo cada vez tenia menos disponibilidad de movimiento. Mi respiración era demasiado agitada, tomando profundos suspiros para aliviar la incomodidad.
No pasaron ni dos minutos antes de tener a Chris de vuelta y listo para llevarme al hospital. Todo lo que mi cuerpo estaba experimentando en este momento era dolor y pánico al parto, mientras que Chris se veía la persona más feliz y entusiasta del mundo.
