32. El fuego que los consume

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Ese fin de semana Alexa y Travis fueron a cenar a un restaurante para celebrar lo que había mejorado en esas semanas su relación. Desde que él se tomó esos días de vacaciones las cosas entre ellos volvieron a ser como antes y, aunque ella no dejó de ver a June, sí que pasó más tiempo con su novio, como había deseado desde el principio.

—Echaba mucho de menos estos momentos contigo, Travis —confesó Alexa con una sonrisa.

Él también sonrió y alzó su copa para brindar.

—Por más momentos como este.

Las chocaron y luego bebieron antes de depositarlas sobre la mesa. Ambos optaron por un plato de pescado y una ensalada sin entrantes. Aún no sabían si tomarían postre allí o si lo pondrían como excusa para devorarse mutuamente al llegar a su hogar. Desde la noche del trío de Travis, que le comentó a Alexa en cuanto ambos salieron del club, no volvieron a pisar el lugar.

—No quiero que pienses que he usado todo esto como excusa para buscarme a otro, cariño —habló la chica—. Solo me pareció una buena idea para reforzar lo nuestro y para que no te sintieras mal por no poder dedicarme todo el tiempo que sé que quieres darme.

—No te preocupes por mí, me está costando adaptarme a todo esto pero sé que es lo mejor para los dos, aunque no sé si me compense volver al club. Siento que no avanzo... —Se sinceró Travis. Bajó la mirada hacia su plato y pinchó algunos trozos de pescado para dejarlos en el plato después—. Me gusta Perséfone, pero no sé lo que quiere de mí. Sabes que no soy de los que no buscan algo serio porque de ser así no estaríamos juntos. La verdad es que temo que solo quiera algo físico conmigo.

—¿Y qué problema tienes con eso? Por algo se empieza. —Alexa bebió otro trago de su copa de vino blanco—. Es bueno que tengas esa conexión física también, no solo la emocional. Si seguís conociéndoos seguro que también se dará. —Le guiñó el ojo.

Travis suspiró.

—No sé si quiero regresar a ese lugar, Alexa. Tú puedes hacerlo si quieres, pero yo me siento bien así, contigo. No necesito a nadie más.

Si bien accedió para hacerla feliz, ya no se sentía capaz de continuar con aquello. No sentía ninguna motivación para tener otra pareja y prefería que fuera ella la que siguiera con la experiencia. Con su trabajo y el poco tiempo que tenía no podía permitirse darle más tiempo a otra persona que no fuera su novia. Era estúpido hacerlo cuando lo importante era pasarlo con ella.

Alexa estiró el brazo y Travis, viendo sus intenciones, hizo lo mismo para tomarla. La besó y luego continuó agarrándola para acariciarle el dorso con el pulgar.

—Eres lo más importante en mi vida —añadió él.

La morena sintió que el calor salía de la zona de su pecho y se extendía por el resto de su cuerpo. No tenía la más mínima duda de que seguía enamorada de Travis, aunque a veces dudara de sus sentimientos cuando pasaba tiempo con June.

—Tú también eres lo más importante —le aseguró ella con una pequeña sonrisa.

···

Charles estaba sentado en la barra de La Fruta Prohibida con su vaso en la mano y la mirada perdida entre las diversas botellas que adornaban las estanterías de detrás de la barra. Esa noche no había tenido la suerte de encontrarse con Trébol, pero sí otros días anteriores, en los que habían compartido confidencias que los acercaron más. Al tercer día de conocerse supo que era heterosexual y que tendría que olvidarse de él, pero no pudo hacerlo. Esos ojos marrones lo perseguían hasta en sueños.

Terminó la copa y se dirigió hacia la puerta roja en busca de alguien que quisiera acompañarlo esa noche. Ya tenía unas copas encima, pero no consideraba que estuviese borracho porque conocía sus límites y aún no los había sobrepasado. Al entrar no buscó a nadie con la mirada, se fue hasta la barra y pidió lo mismo que estuvo tomando fuera. Cuando el camarero se lo sirvió, bebió de un trago casi todo el contenido y lo dejó sobre la superficie con un golpe seco.

La Fruta Prohibida: El club nocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora