45. La tentación de Gabrielle

469 36 19
                                    

Durante la semana volvió a quedar con Travis a espaldas de su marido. Le gustaba la sensación de peligro constante, pensar que en cualquier momento él podría enterarse de su pequeña travesura e imaginarse cómo sería su castigo, pero a la vez sabía que acabaría sincerándose con Darrell antes de que todo eso pasara. Si quería ese castigo placentero tendría que rogárselo con esa mirada que lo desarmaba y con la que era capaz de comunicarse con él sin necesidad de palabras. Se humedeció al instante imaginándolo en su rol de dominante. Y aunque su imaginación pretendía torturarla con las imágenes sensuales que le regalaba, decidió retirarlas de su mente para centrarse en el presente y en lo real. Colocó bien alguno de los mechones rubios que le caían a ambos lados de su rostro y se miró en la cámara delantera del móvil para saber si estaba todo en orden. Cuando bajó el aparato lo vio acercarse y sonrió sin poderlo evitar.

—¿Adónde te apetece ir? —le preguntó en cuanto se saludaron.

—Depende de lo que te apetezca hacer.

Travis esbozó una sonrisa pícara que Gabrielle correspondió.

—No sé si sea buena idea que te diga lo que quiero hacer contigo ahora mismo.

Con la llegada de Travis, su mente volvió a la carga, pero sustituyendo a Darrell con el joven que tenía ante ella. Su excitación aumentó al imaginar cómo sería que la dominara.

—Quizá sea lo mismo que quiero hacer yo contigo, Gabrielle.

Aquello la animó y se acercó más a él para susurrarle al oído:

—Conozco un hotel cerca de aquí en el que podríamos tener algo más de intimidad.


···


El hotel daba la impresión de ser de esos que Travis jamás podría pagar, salvo que lo ascendieran. La recepción era de lujo, había varios botones llevando el equipaje de los clientes y quizá lo más importante para la mujer que lo acompañaba: no hacían preguntas incómodas. La habitación que les asignaron era una suite que contaba con todos los servicios que uno pudiera imaginar, incluido un jacuzzi frente a la enorme cama de matrimonio.

—Parece que nunca has estado en una habitación así —comentó ella, reprimiendo una carcajada.

—Porque nunca he estado —se limitó a responder mientras seguía admirando el lugar.

Gabrielle se quedó mirándolo mientras dejaba que disfrutara del espacio antes de hacerlo con su cuerpo. Y aunque su paciencia solía tener un límite, con Travis ese límite nunca llegaba.

—Bueno... —Travis se giró para mirarla—. ¿Por dónde empezamos?

La mujer se acercó al chico con pasos lentos y se detuvo a escasa distancia de su cuerpo. Unió sus manos tras la nuca masculina y continuó observándole con una pequeña sonrisa.

—¿Alguna vez has dominado a alguien? —preguntó con curiosidad.

—Soy más bien convencional... ¿Por qué?

—Porque me encanta que me dominen.

Travis haría cualquier cosa por ella, igual que por Alexa, pero no sería capaz de hacer algo a lo que no estaba acostumbrado y sobre lo que no tenía ningún control. No quería que la situación se le fuera de las manos con ella.

—No creo que sea buena idea que lo intentemos, no tengo experiencia con ese tipo de prácticas y no quiero cometer errores.

Si Gabrielle sintió decepción con sus palabras, no lo demostró.

—Lo entiendo perfectamente, cariño —dijo mientras acariciaba su nuca—. También disfruto con el placer que me das así que no tienes que preocuparte por eso.

Bajó las manos hasta el cuello de su camiseta y lo atrajo hacia ella para besarlo. En el proceso se deshizo de la ropa de Travis y también de su propio vestido. Enloqueció al notar los labios del chico sobre la piel de su cuello.

—Contra la pared... Hagámoslo contra la pared —susurró, pues no era capaz de levantar más la voz debido a la excitación.


···


Después de un tiempo sin reunirse con su mejor amiga, esta aprovechó para ponerla al día sobre todo lo que había ocurrido en su vida. Alexa escuchó a Catherine mientras le contaba todo lo que Lucien provocaba en ella, la tocara o no.

—Justo eso es lo que me pasa a mí con June. —Sonrió—. Vaya con los hermanos, ¿eh?

—Y tanto... —Suspiró—. Lucien me va a matar con tanto placer, de verdad te lo digo, aunque siendo así no me importaría morirme.

Soltó una enorme carcajada para que su amiga supiera que lo decía de broma.

—Yo también tengo algo que contarte... ¿Recuerdas la lata que te daba con una de mis editoriales estrella hace años? —Catherine asintió con una sonrisa al recordar esos tiempos—. Conocí al dueño y editor jefe en el club.

—¿Al fin? Y dime, ¿cómo es? ¿Te ha contratado? —Catherine alzó las cejas repetidas veces en un gesto que hizo gracia a su amiga.

—No, pero me ha prometido hacerme una entrevista y si doy el perfil, ponerme a prueba un tiempo antes de decidir si valgo o no.

Y aunque estaban en un lugar público, la pelirroja no reprimió su grito emocionado.

—De todas formas —empezó a decir, poniéndose seria—, ten cuidado porque no lo conoces y podría tener intenciones ocultas. No quisiera que se aprovechara de ti...

—Si te soy sincera, siento que la que se está aprovechando soy yo —confesó Alexa—. Apenas nos conocemos, como bien has dicho, y ya le he dado a entender que me gustaría trabajar para él.

—Aunque así sea ten cuidado ¿vale? No me gustaría que te arrepintieras de algo que ha sido tu sueño casi toda la vida.

—Gracias por preocuparte por mí, Cath. Ten por seguro que tendré cuidado.


Si te ha gustado, no olvides votar y comentar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si te ha gustado, no olvides votar y comentar.

La Fruta Prohibida: El club nocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora