Son ya varias las ocasiones en las que el Amo Sesshomaru y yo hemos compartido momentos de intimidad, pasión y complicidad. Nuestra relación ha cambiado un poco, ahora siento cierta "libertad" a la hora de interactuar con él, pero sigo respetando su manera de ser; un Yokai imponente, cauteloso, de renombre, reservado...
Aunque en presencia de otros siga siendo el mismo de siempre, sólo yo lo conozco en la intimidad. Pasional, complaciente y cercano. Con eso me basta para entregarle mi confianza, y por qué no, mi vida entera.
Ahora mismo me encuentro recostada en el césped mirando hacia el cielo. Es de noche, la atmósfera se encuentra despejada y puedo ver innumerables estrellas destellando. Desde pequeña he notado especialmente tres hermosas estrellas que están cerca entre ellas, en línea, y pienso en que representan a mi madre, padre y hermano. Siempre los pienso mucho, sé que me cuidan desde donde quiera que estén.
El Amo Sesshomaru se ha ido con el señor Jaken desde temprano, y Ah-Un y yo estamos esperando su regreso.
Sintiendo el viento fresco tocar mi rostro y revolver un poco mi cabello, cierro los ojos y pienso en él, mi amo, el amo Sesshomaru. La manera como se comunica con la mirada, como me protege, y esa forma especial que tiene de gruñir cuando nos encontramos solos en la intimidad... Soy realmente feliz de poder viajar a su lado, y de conocer su semblante más ardiente y entregado.
Me levanto de un brinco y Ah-Un mueven las orejas y se ponen alerta, observando lo que hago. Tomo la lanza que guardo a un costado de ellos, amarrada a la silla, y comienzo a practicar sola los movimientos de ataque y defensa que me enseñó la señorita Sango desde hace un tiempo. Estamos en la cima de una montaña, el ambiente es fresco y tranquilo, y se me antoja mover un poco el cuerpo.
-¡Uh, wuah, toma ya!-, me digo a mi misma, moviendo la lanza con agilidad, de un lado a otro, en círculos, con bastante pericia. Me centro en lo que estoy haciendo. Ah-Un ya están acostumbrados a mis arranques de energía, y se recuestan con tranquilidad sobre el césped mientras yo continúo, eufórica, de un lado a otro con la lanza.
Entregada a lo que estoy haciendo, sigo realizando movimientos rápidos y certeros, con la respiración agitada, y siento como comienzo a sudar. Me giro hacia atrás en un movimiento especialmente preciso, y, sin darme cuenta, veo al amo Sesshomaru de pie delante de mí, muy cerca, y me encuentro apuntándole con la lanza.
-Ataca-, me dice.
¿Qué? ¿Que le ataque?
-Si no lo haces tú, Lin, lo haré yo-, replica, ante mi cara de incertidumbre.
Con su mano derecha agarra la lanza, la cual me encuentro sujetando con ambas manos, apuntando a su pecho. Inmediatamente, con un movimiento veloz, retiro la lanza de su mano y, como si fuera una espada, comienzo a arremeter contra su pecho y abdomen. Él esquiva cada uno de mis ataques, con tanta gracia y agilidad que me resulta frustrante. Comienzo a aumentar la velocidad de mis embestidas y decido que es momento de sacar algunos de mis trucos.
Me agacho y arrojo la lanza por el césped en dirección a él. Miro hacia un lado, solo para despistarlo, y cae en mi trampa. Mientras él mira hacia ese punto vacío al que yo he observado, ruedo por el suelo y rápidamente, quedando detrás de él, recojo la lanza, me incorporo y dando un giro rápido y eficaz, rozo uno de sus brazos con la punta afilada, haciendo un pequeño rasguño en sus ropas.
Él mira su brazo con incertidumbre, no da crédito de lo que acaba de suceder. Yo sonrío en señal de triunfo. Me mira por sobre su hombro, de espaldas a mi, y con un movimiento veloz y ágil, se gira, me quita la lanza y con ella misma, agarrandola con sus dos manos, me aprisiona, apretando mi cuerpo contra el suyo.
Ahora me encuentro con mi pecho pegado a su pecho, respirando de manera agitada, y muy exaltada. Y sintiendo su olor embriagador.
-Nunca te confíes con antelación, no hasta que estés completamente segura de que has aniquilado a tu enemigo-, me dice. Yo asiento con la cabeza, él afloja un poco, me entrega la lanza, y me regala una suave caricia en el rostro.
Yo sonrío. Me ha gustado lo que acaba de suceder, ha sido divertido y excitante, y me siento orgullosa de mi pequeño triunfo evidenciado en la diminuta rotura de su manga izquierda.
Me percato de que el señor Jaken también se encuentra aquí y se acerca a mi, trayendo algo en una de sus manos.
-Ten, Lin. Te hemos traído algo de comida de una aldea de humanos que se encuentra cerca de aquí-, me dice.
-Señor Jaken, que amable es usted, muchísimas gracias-, le respondo, recibiendo lo que ha traído.
Me siento en el césped recostada en Ah-Un, comiendo la deliciosa cena, y observo al amo Sesshomaru y a Jaken hablar sobre algún tipo de enemigo poderoso a quien están a punto de derrotar, y unas tierras que van a reclamar. Escucho el nombre de Shiyomi.
Me encanta observarlo, su semblante es siempre tan sereno y serio, y luce tan fuerte e imponente...
De repente el amo Sesshomaru se pone alerta. Seguidamente el señor Jaken y Ah-Un también lo hacen. No sé muy bien qué está sucediendo, pero algo les perturba. En cuestión de segundos aparece desde el cielo un inmenso monstruo con forma de dragón, montado por un jinete, un Yokai con forma humana, el cabello largo y negro, los ojos rojos, y una armadura espeluznante.
-¿Cómo es posible que nos haya seguido hasta aquí y no me haya percatado?-, se dice el amo Sesshomaru a sí mismo.
-Jaken-, le dice el amo Sesshomaru. -Llévate a Ah-Un y a Lin y huye lo más rápido posible. Ahora-, le ordena.
-Si, mi amo-, dice Jaken, quien corre hacia mi, y da un pequeño golpe a Ah-Un en el lomo con su báculo de dos cabezas. Yo me quedo impactada, observando lo imponente del dragón y su jinete.
-Corre Lin- dice el señor Jaken, -no seas desobediente, debemos huir inmediatamente. Este enemigo no es como ningún otro, es extremadamente peligroso-.
Yo miro al amo Sesshomaru, quien se encuentra elevándose hacia el cielo, y se dirige hacia el encuentro con aquel demonio de ojos rojos. No puedo evitar sentir preocupación, pero no tengo ninguna duda de que lo mejor es obedecer. Corro en dirección a Ah-Un, me subo, y rápidamente comenzamos a alejarnos.
-Byaku-, le dice el demonio con forma humana a su dragón, mientras se baja de este -persiguelos y mátalos. Trae con vida a la humana-.
El amo Sesshomaru escucha lo que este dice, frunce el ceño, desenvaina su colmillo explosivo y embiste contra ambos. El Yokai con apariencia humana no le deja atacar, lo aprisiona con lo que parecen unas cadenas, y con fuerza, lo retiene, mientras el dragón comienza a perseguirnos a toda velocidad a Ah-Un, el señor Jaken y a mi.
Huimos con rapidez, pero el dragón es sorprendentemente veloz. En un instante nos alcanza, y con un movimiento de su cola logra golpearnos. Aunque me sujeto con mucha fuerza, no puedo evitar caerme de Ah-Un. Veo al señor Jaken caer también, y repentinamente, en el aire, el dragón me sujeta de los hombros con una de sus patas y me lleva con él.
Volamos hacia donde se encuentra el Yokai con apariencia humana, quien dejando al amo Sesshomaru intentando liberarse de las extrañas cadenas, se sube sobre el dragón y comienza a alejarse.
-¡Amo Sesshomaru!-, grito, intentando desesperadamente soltarme de las garras del monstruo dragón. Pero es en vano, veo a la distancia a mi amo convirtiéndose en un gran perro demonio y rompiendo las cadenas, pero ya es muy tarde.
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Perderte (Sess/Rin).
Fiksi PenggemarLeer después de "La cueva". Son de especies diferentes, pensamientos diferentes, personalidades diferentes, pero eso no impide que Sesshomaru y Rin deseen entrelazar sus vidas. Él es incapaz de concebir su vida sin ella, ella no quiere tener esa int...