Love master

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- Levanta más los brazos, de esa manera el adversario no logrará romper tu guardia- el entrenamiento en el Coliseo se estaba volviendo una costumbre para ellos, antes de que el sol se ocultara y el viento soplara con fuerza, ambos chicos practicaban para mejorar sus técnicas de combate

- ¿Lo estoy haciendo bien, Shura?- el chico de cabello claro preguntaba impaciente, esperando obtener una sonrisa de vuelta como era ya habitual de su ahora mentor

- Cada vez lo haces mejor, Aioria- lo mínimo que podía hacer el guardián de la décima casa, era ofrecerle un poco de calidez al chico de quince años. Para todos era sabido que la infancia y adolescencia del caballero de Leo no había sido agraciada; el ser considerado hermano del traidor era una carga que intentaba aligerar al subyugarse de manera estricta a las órdenes del Patriarca y demostrando que podía ser más disciplinado que el resto de sus compañeros

- Bueno, creo que es hora de volver a nuestros templos- a pesar de estar a escasos kilómetros de la playa, el frío de la tarde se calaba por los huesos, más aún, debían volver acatando aquella norma que les prohibía a los guardianes de alto rango el estar merodeando después de cierta hora; la tiranía proveniente del dirigente del recinto podía sentirse en todos los rincones del Santuario, ninguno querría comprobar en propia carne los rumores sobre los castigos y torturas que se imponían en la Sala del Patriarca

- Aioria, espera- el joven de dieciocho años aceleró el paso para alcanzar a su compañero- sabes, me siento un poco cansado después del entrenamiento, ¿no te molestaría si esta noche me quedo a dormir en tu templo?

- Bueno, yo...-la propuesta había revuelto por completo los pensamientos del castaño- no creo que tengamos permitido abandonar nuestros puestos, además...-realmente, esa era la única excusa que se le ocurría al momento

- No te preocupes, sé que el patriarca ha salido a una misión, ten por seguro que no tendremos problemas por ello- Shura había notado ya hace un par de años la atracción que él provocaba en Aioria, en un principio, el caballero se había ganado críticas y desprecio de sus compañeros al saber de la amistad que le brindaba al hermano del traidor, aquél que había intentado asesinar a la diosa Athena, sin embargo, ante la declaración pública de Arles de convertirse en su mentor, todos habían acallado. En uno de los momentos en los que la personalidad verdadera de Saga lograba vencer al mal que lo rodeaba, había pedido a Shura el brindar un poco de amabilidad al hermano menor de Aioros. La culpa y el remordimiento hacían colapsar la bondad que vivía dentro del caballero de Géminis.

- De acuerdo- el camino desde el Coliseo hasta la casa de Leo era bastante largo, un silencio incómodo invadía el espacio entre ambos. Con cada paso, Shura no podía ignorar lo bien que el cuerpo de Aioria se estaba fortaleciendo; el niño intrépido y distraído le estaba cediendo su lugar a un joven gallardo, musculoso y bastante simpático. El español intentaba alejar esos pensamientos, bien sabía que en un principio, la supuesta amistad que mantenía con el chico no era más que una cortesía, pero con el tiempo, la perspectiva que tenía sobre él había ido cambiando. Si bien el menor permanecía callado y respetuoso, eran varias las ocasiones en las que lo había visto sonreír, o incluso compartir sobre lo que le gustaba de la vida

- En verdad te pido una disculpa, el único que viene a mi templo es Milo, por eso todo está tan desordenado- con una mano en la nuca y una expresión divertida, el chico trataba de justificar el desorden que se evidenciaba en su templo

- Levantemos la ropa y busquemos un par de frazadas, por lo demás no te preocupes que lo más importante es tener lista la cama- el pelinegro suspiró al ver el desorden, la personalidad seria por la que era conocido también implicaba un alto sentido del orden

-Oye, espera, ¿qué estás haciendo?- el más joven miraba atónito como el otro empezaba a quitarse la ropa

-Tu habitación parece un horno, ¿acaso crees que voy a dormir con todo esto encima?- si bien todos los chicos conocían la desnudez de sus torsos, Aioria nunca había tenido a otro chico solo en calzoncillos tan cerca de él – ¿no me digas que tu dormirás incluso con el pantalón puesto? Dale, no tengas vergüenza, somos un par de chicos

- Está bien- Aioria se removía la ropa lentamente con mucha pena, le había sido imposible el no mirar el bulto que sobresalía de la entrepierna de su compañero

-¿Pero qué esperas? Métete a la cama de una vez, ¿o es que te vas a quedar ahí parado de espaldas?- las palabras de Shura eran como un hechizo que hacían que el castaño obedeciera, al tenerlo de frente, el mayor pudo comprobar que el pequeño Aioria no era más un niño- sabes, después de todo tengo un poco de frío, tal vez...

- Tal vez debería conseguir otra frasada, ahora vuelvo- el sentir el cuerpo del otro tan cerca lo tenía desconcertado, no sabía cómo actuar pero estaba seguro que debía escapar del lugar antes de que otra cosa ocurriera

- No, la mejor manera de transferir calor es a través del contacto con otro cuerpo- el pelinegro tomó el brazo de su compañero antes de que éste pudiera salir de la cama- no te muevas, seré yo quien cobije tu cuerpo- el mayor se aproximó justo detrás de su compañero. Un escalofrío recorrió la espalda del guardián de Leo, y peor aún, sus pulsaciones enviaban sangre a lugares que no podía controlar

- Shura, creo que esto está yendo demasido lejos- el abrazo que el otro había ofrecido en un principio, se estaba tornando en caricias en el pecho y abdomen del más joven

- ¿En serio? No siento que tú te estés resistiendo- una cosa había llevado a la otra, el español ahora se movía de arriba hacia abajo, escuchando los gemidos ahogados cada que estimulaba los pezones del menor. De repente, su mano bajó hasta la entrepierna y pudo comprobar lo que Aioria menos quería que se descubriera

-Detente, por favor- el chico intentaba silenciar su voz mientras esa mano experta hacía que se estremeciera con fuerza

- De acuerdo- en un movimiento rápido, Shura detuvo las caricias para hacer que ambos quedaran de frente- si eres capaz de besarme, te dejaré dormir tranquilamente por el resto de la noche- la expresión burlona y tal petición habían provocado un rostro desencajado en el castaño

-¿Pero qué dices? Si sigues así tendrás que irte de mi templ...- un beso inesperado le impidió terminar la frase

-Ah, tal y como me lo esperaba, no sabes besar- el Shura de esa noche no era nada parecido al guerrero serio y leal que todos admiraban e incluso respetaban por el temor que infudía, esa noche se estaba comportando como un jovenzuelo desenfrenado en busca de pasiones y alegría

-¡Por supuesto que se hacerlo!- el guardián de Leo no iba a dejar que se burlaran de él en su propio templo, en su interior deseaba que su compañero siguiera haciendo lo de hace un momento pero su dignidad y orgullo no le permitían pedirlo

- Bueno, entonces acepta el reto, si me besas durante al menos un minuto, te dejaré dormir, sino, toda la noche estaré interrumpiendo. Solo recuerda que ustedes los más jóvenes deben despertar antes del alba, si yo fuera tú, aprovecharía mis pocas horas de sueño- con una mano en la cabeza, el mayor miraba sonriendo al otro quien se encontraba en un dilema

- Solo mira y comprueba- Aioria abría la boca e intentaba devorar los labios de Shura, llenando de saliva su boca, el mentón, las mejillas y parte del cuello

- Jajaja, ya basta, en serio no puedo con esto- la divertida escena hizo que Shura riera a carcajadas. Mira, primero debes cerrar los ojos y dejar que tus manos te lleven hasta los labios de la otra persona, abre la boca lentamente y siente la esencia de quien tienes al frente, mueve los labios de manera lenta y déjate llevar por esas sensaciones- el chico español guiaba al griego en el que era su primer beso- ves, no lo estás haciendo tan mal, con la práctica irás aprendiendo

-...- Aioria realmente disfrutaba las sensaciones que ese dulce beso le provocaban en el cuerpo, era sutil y apasionado, no imaginó que algo tan simple pudiera sentirse tan bien

- Bueno, has pasado la prueba, descansa- de manera abrupta, Shura cortó el contacto físico y se envolvió en las sábanas dándole la espalda al castaño

- Shura, yo...

- Buenas noches- una risita traviesa se asomaba entre los dientes del guardián de Capricornio, sabía que había dejado con ganas de más al jovencito de quince años pero, no faltarían las ocasiones en las que lo podría seguir adiestrando. 

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