Eran las 3 de la mañana y el timbre de la puerta en el apartamento de Mangel, sonó.
¿Quién mierda puede ser a esta hora?,sea quien sea, Mangel lo estaba maldiciendo, y muy feo.
Mangel abrió la puerta y ahí estaba Rubén.
—¿Rubius que haces aquí?
Sin responder a eso entró y se colocó sobre el sofá.
—Claro, pasa, no hay problema.
—Mangel, tenemos que bailar— dijo con un tono extraño
—¿Bailar?,¿pero tú estás loco?,mira la hora que es.
Rubius se levantó con dificultad para dirigirse hacia Mangel y rodear su cuello con sus brazos.
Estaba borracho, claro está.
—Deberías regresar a tu casa, vamos, te llevo.
Mangel trato de tomar a Rubén de su brazo, pero este se nego.
—No me iré hasta que no bailes conmigo—frunció el ceño.
Mangel sabía que no le quedaba de otra, así que puso sus manos en la cintura de Rubén, y comenzaron a bailar lentamente. Sin música.
Era muy tonto, pero a la vez lindo.
—Rubius, ¿vienes de la disco?.
—No,de casa.
—¿Te has tomado toda la botella de alcohol que estaba sobre la mesa?.
—No—hizo una pequeña pausa— bueno solo un poco.
Vaya tonto, se había terminado la botella que usarían en una ocasión especial.
—Mangel..
—Dime
—Te amo
Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Mangel, es algo que siempre quiso escuchar.
Pero Rubén está borracho, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, según las personas, y todos creemos en eso.
—Yo también te amo
Rubén colocó su cabeza sobre el hombro de Mangel.
Era como un sueño echo realidad para ambos.
Puede que Rubén olvide todo mañana, pero Mangel lo tendría siempre presente.
Terminaron de bailar y se dirigieron a la habitación de Mangel.
Rubén se recostó sobre la cama, y quedo completamente dormido.
Mangel no se iría a dormir sin su beso de buenas noches, así que sin pensarlo dos veces junto sus labios con los de Rubén.
—Buenas noches Rubius— sonrió.
*
Ambos salieron en la mañana hacia la casa de Rubén.
—Rubius, ¿tú recuerdas algo de lo de anoche?
—¿Qué?,¿qué sucedió?
—Sólo..¿no recuerdas?.
Pasó ambas manos por su cara.
—Lo siento, no recuerdo nada—rió
—Bueno, no importa
Entraron a la casa y Rubén decidió tomar una ducha.
—¿Seguro que no quieres nada?
—No, ve a bañarte, iremos a comer
—Está bien— sonrieron.
Mangel se dirigió a la cocina de Rubén, tenía harta hambre, pero no quería molestarlo.
Abrió los cajones de arriba, uno por uno, buscando aunque sea cereal.
—Basura, basura,basura—repetía al mirar cada cajón— basu..
De pronto encontró algo extraño.
—¿Una botella de alcohol?
Era la misma botella que Rubén supuestamente se había tomado. Entonces, si la botella estaba completa, eso quiere decir que Rubén no había llegado ebrio, si no sobrio.
Mangel tenía una sonrisa de oreja a oreja, ahora entendía todo.
—Oye Mangel... —entró Rubén a la cocina y encontró a Mangel con la botella de alcohol en sus manos.
—¿Si?— sonrió, dejo la botella sobre el cajón y se acercó lentamente a Rubén.
—¿Donde encontraste eso?— se notaban los nervios de Rubén.
—Mejor tu responde, ¿recuerdas algo de lo de anoche?— colocó sus manos sobre la cintura de Rubén.
Rubén sonrió, y pasó sus brazos por el cuello de Mangel.
—Digamos que...solo un poco
Ambos sonrieron y juntaron sus labios en un delicado beso que cada vez era más apasionante.