Capítulo único

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A mi socia B.






La última vez que Jeon Jungkook se sintió así fue el verano antes de que sus abuelos murieran. Tenía ocho años y una vida lo suficientemente tranquila como para que sus máximas preocupaciones sean el espacio para los juguetes en su cuarto. Por eso tiene presente el recuerdo de sus abuelos, con la sensación plena de la que aun saborea la alegría y la inmensa paz de tener consigo a quienes ama y que lo amaban de vuelta. Hoy, catorce años después, no es diferente el sentimiento, aunque sí lo opaca un halo de nostalgia y remordimiento.

Estuvo así por lo que parecieron horas, pero fueron apenas minutos antes de que su padre y su madre se alejen del abrazo.

—Te hemos extrañado, hijo —comentó su padre, el más valiente para romper el silencio.

—Y yo —respondió compungido, con una voz que le sonó artificial aunque escondía tanta honestidad que le inundó los ojos de llanto—. Lo siento.

—Ya pasó, cariño —fue su madre ahora quien lo rescató, sonriéndole con lágrimas contenidas—. Vamos a casa, ¿sí?

Arrastró los pies, que los sentía entumecidos por haber esperado horas junto a la gran puerta de metal, hasta llegar al coche. Sus padres habían venido juntos. Incluso si estaban divorciados, todavía se comportaban frente a él como la familia que fueron una vez y Jungkook tuvo otro momento difícil por parar su llanto. Lo hacían por él, como si necesitasen asegurarse de que nada pudiera alterarlo. Lo cuidaban, pese a que estaba seguro de no merecerlo realmente.

En el trayecto a la ciudad, dado que el centro correccional estaba a las afueras de B., fue la radio la que rellenó los espacios y lo adormeció lo suficiente para cerrar los ojos y dormitar. Aunque había algo en él que recordaba las noches en tensión, de poco descanso, sabiendo que bajar la guardia incluso al dormir era un error. Pero estaba a salvo, tuvo que repetirse cuando casi saltó hasta el techo al sentir la mano de su madre sobre su rodilla.

Ya no volvería a aquel sitio, se prometió.

—¿Llegamos? ¿Papá...? —Más por no querer abusar de la generosidad aun brindada por su familia, que por no interesarle, no había preguntado dónde estaría residiendo el periodo de prueba.

—Te quedarás con mamá, ¿sí? —Su papá debió notar cierta mueca de preocupación, por lo que agregó—. Vendrás conmigo el fin de semana, si es lo que quieres. De todas formas, vivo a quince minutos, puedes ir a verme cuando gustes.

—Okay.

Observó a su papá bajar del coche luego de despedirse y lo siguió con la mirada hasta que este entraba a su hogar. Allí había vivido antes de ir al Centro, y ahora solo no podía pensar en otro espacio que habitar sin sentirse un extraño. Además, lo que le agradaba de vivir con su padre era que aunque este tenía pareja, todavía no formalizaron y por ende eran ellos dos. No obstante, no podía ser malagradecido con su madre por recibirlo en su casa, donde convive con su nueva familia, los Kim.

—Verás que todo se acomoda en el sitio que debe —conversó su madre, su sonrisa un tanto tensa—. Sé que preferirías quedarte con papá, pero él está muy ocupado estos meses por su ascenso y no queríamos que te sintieses solo. Yo trabajo media jornada estos días y Seokjin también ha vuelto de la facultad por vacaciones así que no estarás... solo.

—Sin supervisión —dijo él por lo bajo, aunque decidió cooperar—. Está bien, mamá. Lo entiendo y gracias.

—No, amor, no debes agradecer nada. Hacemos esto porque te amamos, ¿entiendes eso, no?

Lights up [JinKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora