Mis párpados pesan, mi cuerpo parece estar flotando o tal vez estoy tan adolorida que no siento nada. Trato de moverme, pero el dolor que cruza mi pecho me lo impide. Es como si cientos de cuchillos me atravesaran el corazón.
A mi lado escucho un ruido, similar a una de esas máquinas de hospital. Con esfuerzo abro los ojos, apenas un poco. Distingo una fuente de luz a un lado, pero no me atrevo a girarme para mirar.
¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó?
—Dulce.
Sus pasos se apresuran hacia mí. Sujeta mi rostro entre sus manos, depositando un beso sobre mi frente a la vez que me doy cuenta que tengo puesta una mascarilla de oxígeno, confirmando que me encuentro en el hospital.
—¿Cómo... lle-llegué aquí? —articulo con dificultad.
—No hables. Tienes que descansar —Acaricia mis mejillas mirándome con dulzura—. No sabes lo asustado que estaba, Dulce. Lo bueno es que ya estás fuera de peligro.
¿Fuera de peligro?
—¿Qué... pasó? —insisto en un murmuro ronco.
Suspira cansado. Aun con la escasa luz de la habitación, logro ver su cabello marrón revuelto, sus ojeras marcadas y su expresión preocupada.
—Tuviste una embolia pulmonar, pero no fue tan grave —Vuelve a acariciar mi mejilla—. No sabes cuánto necesitaba verte —susurra.
No me deja responder porque se inclina para dejar otro beso sobre mi frente.
—Regresaré luego, lo prometo.
Me observa una vez más antes de salir de la habitación, vigilando que nadie lo vea. Su actitud me hace pensar que él no debería estar aquí y a juzgar por la oscuridad debe ser de madrugada.
Repito la palabra en mi cabeza: embolia pulmonar.
Dios, pude haber muerto.
♡♡♡
Tuve que quedarme una semana en el hospital. El doctor Martin quería asegurarse que mis demás órganos funcionaran bien sin ninguna falla. También ordenó realizarme diversos estudios, entre ellos análisis de sangre, claro está. No hay ni que mencionarlo.
Los resultados no son alentadores. Apenas hay una pequeña mejoría, pero se estima que mi cuerpo empiece a crear células sanas que combatan las leucémicas. Claro, si no es que el cáncer es más rápido y ataca primero. El lado bueno es que ningún órgano sufrió de alteraciones ni he contraído infecciones. Parece una bobada, pero para mí es un alivio. La prioridad es que el cáncer no estropee mis pulmones. Ya tuve la primera recaída, no quiero más.
—Cariño, ¿necesitas algo? —pregunta Kristal.
—¿Podrías hacerme un batido? —pido.
Asiente entusiasta con la cabeza.
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Mi último deseo ©
RomanceGrace lidia con la muerte de su madre, mientras trata de no enamorarse de su nuevo vecino. ♡♡♡ «A veces perder, significa ganar». La madre de Grace muere el mismo día en que su padre, aquel que nunca ha visto, aparece. Su vida cambia al tener que m...