Amo a los locos.
Soy una persona rara, lo acepto.
Pero mas que rara soy un poco mas común y corriente que los locos.
Por eso me encanta pasar las tardes desocupadas oyendo cantar a un borracho.
Podría pasar todo el tiempo oyendo historias inéditas de viejos olvidados en algún parque.
En el bar, hasta los patanes tienen un soneto que deberían olvidar pero les ha quedado tatuado en la lengua.
Puedo recorrer las calles mirando a las mamas regañar a sus niños.
Puedo esconderme tras un café para observar la sencillez de esa chica que disimula una lágrima tras una sonrisa.
Puedo sentir el dolor del pueblo al oír a la anciana arrastrando sus años por cada calle y por cada avenida.
Puedo tragarme su tristeza en la lluvia, que galopa tras de los niños sin techo.
Amo a la gente, sin importar quien sea.
Amo cada una de esas vidas.
Esas historias tristes y alegres que algún día no llegaran ni a recuerdos.