Capítulo 36

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Al otro día, las burlas de los de Slytherin se recrudecieron, por no mencionar el enojo de sus compañeros de Gryffindor, quienes estaban totalmente infelices de que su capitán se hubiera sacado del último partido de la temporada.

Era realmente insoportable caminar al lado contrario de la masa de estudiantes que se dirigía a tropel hacia la luz del sol, todos vestidos con sombreros, usando rosetones y bufandas y blandiendo estandartes; mientras él tenía que bajar por los escalones de piedra hacia las mazmorras y alejarse de los sonidos que cada vez eran más distantes, los cuales le podían dar alguna pista, la posibilidad de oír algún comentario o una porra era nula.

En la mañana del sábado, contrariamente a todo lo malo que le pudo haber ocurrido, Hermione lo había perdonado. Gustoso hubiera cambiado todo el Felix Felicis del mundo por haber podido caminar hacia el estadio de Quidditch junto con Ron, pero se conformaba con que Hermione no lo odiara por su comportamiento.

—Ah, Potter —dijo Snape, cuando Harry tocó a su puerta.

Entró, Estaba tan oscuro como siempre y tenía los mismos objetos repugnantes suspendidos en pociones de diferentes colores alrededor de las paredes. Lo único diferente eran un buen número de cajas llenas de telarañas apiladas en una mesa, donde Harry supuso que debía sentarse.

—El señor Filch ha estado buscando a alguien que le ayude a limpiar estos viejos archivos. Son registros de otros antiguos infractores de Hogwarts y sus castigos recibidos. Nos gustaría que copiaras los crímenes y los castigos de aquellos registros donde la tinta se vea ya borrosa, así como los que hayan sido roídos por los ratones. Asegúrate de que queden en orden alfabético, reacomodándolos en las cajas. No puedes usar magia.

—Bien, profesor —dijo Harry.

—Pienso que puedes comenzar —señaló Snape con una sonrisa maliciosa en sus labios —con las cajas mil doce a la mil cincuenta y seis. Encontrarás algunos nombres familiares ahí, lo cual podría añadirle algo de interés a tu tarea. Aquí tienes...

Sacó una tarjeta de una de las cajas que estaban encima y leyó:

—James Potter y Sirius Black. Aprehendidos por usar un hechizo ilegal contra Bertram Aubrey. La cabeza de Aubrey ha vuelto a su tamaño normal. Doble detención. —Snape hizo un gesto de desprecio. —Pudiera funcionar como consuelo, ahora que ambos se han ido, tener un registro de sus grandes logros como recuerdo...

Harry sintió la ya muy familiar sensación de que algo hervía en su estómago. Se mordió la lengua para no hablar y evitar represalias, se sentó frente a las cajas y se acercó una de ellas.

Este trabajo era, como Harry lo había anticipado, inútil y aburrido. Además, (como Snape claramente lo había planeado) sentía una sacudida en el estómago cada vez que leía el nombre de su padre o el de Sirius, usualmente haciendo pareja en algunas fechorías insignificantes, y algunas veces acompañados por Remus Lupin y Peter Pettigrew. Y mientras copiaba sus delitos y sus castigos, se preguntaba que estaría pasando afuera, donde el partido acababa de empezar...

El estómago de Harry empezó a retorcerse cuando el reloj marcó las doce y media. Snape, que no había dicho ni una palabra más desde que Harry empezó con su tarea, finalmente levantó la cabeza cuando eran la una y diez.

—Creo que has hecho suficiente —dijo fríamente. — Haz una marca en el lugar que te has quedado. Continuarás el próximo sábado a las diez en punto.

—Sí, señor.

Harry metió una tarjeta arrugada en una caja al azar y se dio prisa en salir por la puerta antes de que Snape pudiera cambiar de opinión. Corrió escalones arriba, agudizando los oídos para escuchar cualquier sonido proveniente del estadio, pero todo estaba muy callado... había terminado, entonces...

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora