Heather

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Recuerdo el 3 de diciembre como si fuera ayer. La nevada de esa mañana fue grotesca, de camino a la preparatoria mediste tu suéter, ya que el mío no me calentaba mucho.

— ¿Sigues trayendo eso? — preguntó riendo: — Ojalá algún día agarres una gripa de infierno.

Zeck, mi mejor amigo desde que teníamos pañales, y mi flechazo de toda la vida. Estábamos a punto de cumplir la mayoría de edad, solo faltaba un mes.

— Cállate apestoso.— lo empujé riendo.

Te hablaré un poco de mí, soy la presidenta estudiantil y del periódico escolar, no soy la niña buena ni nada, me voy a fiestas y me embriago, otra virtud es que soy responsable. Y Zeck es mi mano derecha en el periódico, amamos los chismes. Otro cliché, él es capitán del equipo de fútbol americano, él a diferencia de mi tiene el promedio perfecto. Además de Zeck tengo otros dos amigos, Mike y Josh. No soy de convivir mucho con chicas, aunque no lo crean. Vivo sola con mi padre, tiene un bufete de abogados, mi madre murió cuando yo tenía 5 años, no recuerdo mucho de ella, pero las mamás de mis amigos me criaron como a una, creo que eso es todo lo que tengo que contarles para que conozcan un poco de mí.

Era nuestro penúltimo año, y estábamos a mitad del ciclo, era muy raro que alguien entrara a estas alturas. Pero no fue la excepción.

Decías que mi cabello castaño resaltaba más con la nieve, te gustaba que estuviera suelto.

Al entrar a la escuela, pasaste tu mano por encima de mis hombros, y me abrazabas como si fuéramos pareja, era tan bello.

Desearía que ella no hubiera pasado por ahí.

— ¿Tienes todo listo, nerd?— sacudió mi cabello y se recargó en los demás casilleros.

— Ya casi, neandertal.— tomé el último libro y lo metí a mi mochila.

— Apresúrate, tengo hambre.— se acarició su panza.

Justo cuando cerré la puerta de mi casillero, la puerta principal se abrió. Cabello negro largo, piel blanca, unos bellísimos ojos azules, un atuendo que parecía muy colegial, admito que el chaleco de cuadros le queda bien, y unas botas negras iguales a las que traigo puestas. Era simplemente bellísima. Y no era la única que estaba de acuerdo.

Mi mejor amigo, el amor de mi vida la miraba admirando la hermosa criatura que pasaba frente a nosotros, de todos los que estábamos ahí, ¿por qué te acercaste?, Traías una sonrisa contagiosa, no te veías detestable.

— Disculpen, ¿me podrían llevar a la dirección?— estabas tan nerviosa: — Soy nueva.

— Tercera puerta a la derecha.— Sonreí amable, me carcomía el alma: — Es una rústica.

— Gracias. — Nos miramos unos momentos. ¿Qué quieres?: — Bueno, me voy.

Empezó a dar unos pasos, sus tacones sonaban contra el azulejo.

— Espera. — No sé en qué momento Zeck la tomó del brazo pero lo hizo: — ¿Cuál es tu nombre?

La chica sonrió y se soltó suavemente de su agarre:

Heather Johnson. — Y se fue rumbo a la dirección.

Más te vale que te alejes pelinegra.

— Me temblaron las piernas. — Zeck se agarró sus rodillas.

— ¿Por qué?— Cuestioné seca.

— No lo sé. — Se quedó pensativo:— Siempre soy yo quien causa este efecto en las chicas.

Su ego subió.

— No te sientas tan galardonado, Romeo. — Reí por lo bajo.

Al estar caminando alguien llegó y me dio una nalgada fuerte.

— ¿Qué carajo?— Grité enojada.

— Hola gatúbela. — Mike llegó por mi espalda.

— Hola imbécil. — Le mostré mi dedo medio.

Se hizo el indignado.

— ¿Así es como tratas a tu amante, bebé?— Que dramático.

Puse lo ojos en blanco.

— Quisieras que fuera tu amante, mi culo nadie lo toca. — Puse la mano en mi trasero.

— Eso no fue lo que acaba de pasar.

Usualmente cuando pasaba esto, Zeck me defendía y me abrazaba pero hoy no lo hizo, estaba a punto de tocarle el brazo, preguntarle si se siente bien, si de casualidad me quiere como yo lo quiero a él. Pero se queda en solo un intento fallido, será mejor que me vaya, siento que me falta algo.

— Iré a revisar el periódico.— Me separo rápidamente hacia el pasillo contrario.

Al entrar al salón, está vacío y algo oscuro. Aventé mi mochila a un lado de mi escritorio y recargué los codos en él. Dieron dos toques a la puerta y esta se abrió.

— Dije que solo venía a revis... — Al voltear vi a Mike en la puerta.

— Parece que gatúbela no está muy contenta.— Cerró la puerta.

— Eres tú. — Sonreí nerviosa. — ¿Pasó algo?

— Lo mismo pregunto. — Mike se fue acercando.

Me senté encima del escritorio y mi falda se levantó un poco. Mike no vino a compadecerse de mí y los dos lo sabemos.

Creo que es tiempo de pausar la escena y aclararles algo.

Mike y yo somos amigos con derecho a roce.

Él me pone de buenas y yo lo pongo de buenas, es una ayuda mutua.

Ahora sí, continuemos en la parte en la que Mike pone el seguro a la puerta y se acerca a mí a paso veloz.

Pone una de sus manos sobre mi cuello y la otra la adentra a mis bragas. Sus dedos hacen círculos sobre mi clítoris una y otra vez, jadeos salen de mi boca y él aprisiona mis labios sobre los suyos. De un momento para y arranca mis bragas de un solo bajón, yo no pierdo el tiempo de desabrocharle su pantalón para luego bajarle sus boxérs, lo admiro un momento, en grande y está tan duro.

— Sin rodeos, nena. — Presiona mis caderas y de un jalón lo mete en mi sexo haciendo que se escuche el ruido de nuestras pieles chocando.

Gemidos ahogados se escuchaban por toda la habitación.

— Me encantas, Mel. — Comenzó a besarme el cuello.

— Zeck. — gemí su nombre.

De un momento a otro se detuvo, abrí los ojos y vi a Mike enojado.

Creo que la he cagado.


Nota de la autora: No termino con uno y empiezo con 4 más, jaja. Bueno F por mi.

Besos, Cherry

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2021 ⏰

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