Daniela
Sentía una respiración chocar contra mi cuello, un fuerte brazo rodear mi cintura y una comodidad que nunca había sentido.
Abrí los ojos y luego me giré lentamente, quedando cara a cara con Poché. Se veía tan linda durmiendo, es un encanto. Comencé a acariciar su rostro de manera suave con mi pulgar. Cuando mi mano tocó su rostro soltó un pequeño suspiro.
De su mejilla bajé a sus labios, tenía una necesidad enorme de besarla, de volver a sentir sus suaves labios contra los míos. Me acerqué lentamente, hasta quedar a centímetros de su boca, y cuando estaba a punto de besarla ella comenzó a despertar, haciendo que me alejara un poco de ella para que no se diera cuenta de lo que intentaba hacer.
- Hola- susurré con la voz algo ronca.
- Hola guapa- me sonrió- ¿Qué tal dormiste?.
- Nunca había dormido tan bien en mi vida- respondí mientras me estiraba- ¿Y tú?
- Me pasa lo mismo que a ti, nunca había dormido tan bien en mi vida
- ¿Cuánto hemos dormido?
- Tres horas- la miré sorprendida.
- Eso es mucho- me senté aún con el brazo de Poche en mi cintura.
- El viaje fue muy cansado- se sentó y me abrazó, recargando su barbilla en mi hombro.
- Sí, especialmente para ti- giré un poco mi cabeza para mirarla
- Un poco, no es como si todos los días cargara un avión que pesa más de una tonelada- hizo un pequeño movimiento de hombros.
Se escuchó unos golpes en la puerta y luego fue abierta. Era el viejo baboso del doctor.
- Señorita, no tenía permitido acostarse con la paciencia, pudo haberla lastimado más- me regañó y bajé la cabeza.
Sentí como Poché se tensó y soltó un leve gruñido.
- Yo permití y le pedí que se acostara conmigo, y ambos sabemos que ella no podría lastimarme, así que deje de tratarla de esa forma- me defendió.
- Pero....- intentó hablar pero lo interrumpió.
- Pero nada, ahora diga a lo que venía- escondí mi rostro en el hueco de su cuello y comenzó a jugar con mis dedos.
Estaba demasiado molesta, su tono de voz era frío e imponente. Nunca la había escuchado hablar de esa forma, a nadie, pero se que no le haría daño.
- Su padre y la reina me pidieron que le diera una dosis de la Flor y también el tratamiento que debe seguir para controlar a Ana- su tono de voz era tembloroso.
Se que le temen pero no deberían, ella no dañaría a nadie, a menos que dañara a alguien importante para ella.
- ¿Algo más?- preguntó a la defensiva.
- Sí, venía a revisar tu estado ¿Señorita me permité revisar a su novia?- me preguntó y asentí avergonzada.
Poché me dio un beso en la mejilla y me soltó. Me levanté y me coloqué a lado de la camilla.
Durante su revisión no apartó su vista de mí. Era intensa pero no incómoda, me gustaba que me mirara de esa forma, cuando lo hacía, me sentía hermosa, se que lo soy, pero era distinto. Era como sin importar cuántas personas hubiese a nuestra al rededor o que tan hermosas fueran, ella siempre me miraría como un gran tesoro.
- Todo está en orden, tus heridas están bien pero debes descansar, nada de mucha actividad física y eso incluye tener relaciones sexuales- me sonrojé demasiado, sentía mi rostro caliente- te daré tu dosis y después de eso podrás irte, iré por ella, regreso en un momento- dicho eso salió de la habitación.
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Mi Guardián
FanficUna guerra (Luz contra obscuridad) Una venganza (por muerte de un ser amado) Una salvación (Una chica) Un amor Y un solo destino (La muerte)