No hay silencio más doloroso que los gritos del recuerdo de algo que ya no está. Y es que lo único más amargo que la muerte es el sabor que deja la ausencia, cuando lo que más amas en la vida se va, construyendo en tí una carcel de recuerdos.
Cada despedida es una parte de mí que muere, y por ello me resulta tan desgarrador ver como aquello que alguna vez nos llenó de vida pueda morir así. Después de amar hasta la locura hoy sólo quedan las ruinas de aquella ciudad que juntos construimos, y que durante mucho tiempo fué nuestro hogar.
Una ciudad en la que tú y yo eramos uno contra el mundo, cuando nuestro amor tenía la inocencia de un niño. Cuando creíamos y planeábamos una vida juntos, amándonos más allá de la vejez. Cuando dormíamos sobre almohadas distintas, y sin embargo, era la misma.
Aún recuerdo con nostalgia cada beso bajo la sombra de aquellos árboles, nuestros pequeños lugares secretos lejos de un juglar, donde cientos de ojos extraños nos miraban, pero los únicos ojos que mirabamos eran los nuestros reflejados en los del otro.
Quedan las ruinas de un amor que quizá era demasiado especial para dos seres tan egoístas.
A falta de atención, cuidado, y sobretodo, de paciencia, voluntad y fé, el amor que un dia nos unió se fue. Nos dijo adiós, se despidió de la misma forma en la cual llegó: Callado, tímido; sin hacer ruido.
Simplemente se fue.
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Ocaso
No Ficción"Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable serlo alguna vez" - Blaise Pascal Esta no es una historia, es una antología que recopila algunos fragmentos de realidad hechos poesía.