Cap. 1

63 5 0
                                    

ෂෂෂෂඏෂෂෂෂ

A pesar de estar dentro de aquellos altos y casi interminables muros que mantenían a salvo el gran palacio, el sentimiento de la libertad recorría a flor de piel todo su cuerpo y ser.

Galopaba en su negro corcel a toda velocidad, pasando entre pasillos, patios, puentes sobre pequeños estanques y lugares donde la realeza no se paraba ni de abroma. Su corazón palpitaba desbocado ante la travesura y sus largos cabellos azabache volaban con el fresco viento de primavera que apenas entraba en estación, el brillante sol de medio día le dificultaba la vista al igual que sus ojos semi cerrados a causa de la enorme sonrisa que se extendía en sus delgados labios.

Los trabajadores del palacio huían despavoridos al ver al corcel galopar en sus direcciones, tirando cualquier cosa a su paso, y el príncipe reía a descaradas carcajadas. Su eunuco, se había quedado muchísimos metros atrás al intentar correr detrás de él cuando escapó del establo en dirección contraria.

Quería salir del palacio, aquel enorme lugar donde había estado encerrado la mayor parte de su vida, una jaula de oro. No planeaba escapar, sólo tener una pequeña probada de la libertad sin títulos reales sobre su cabeza y hombros. Se dirigió a la gran puerta, donde estaba seguro, ya habría unos cuantos soldados en espera de su llegada para detenerlo de inmediato. El caballo corrió y corrió a órdenes de su jinete.

Y para sorpresa y euforia del pelinegro, no había soldados esperándolo, al contrario, las enormes puertas se abrieron con lenta pesadez, dejando ver de a poco el esplendor de afuera, donde la vida cotidiana de los campesinos se llevaba a cabo. Su sonrisa se ensanchó, abrió lo ojos con fascinación e infló el pecho de alegría, faltaban sólo unos cuantos metros y unos cuantos centímetros más para que su libertad estuviera sellada con total certeza. Pero claro, la puerta no había sido abierta para él, y la euforia de lo que se levantaba frente a sus ojos le impidió ver al pequeño campesino que cargaba más cajas llenas de cebolla de las que podía cargar, obstruyendo incluso su vista y por lo tanto, no era capaz de saber con claridad lo que se aproximaba. Se dio cuenta del pequeño obstáculo cuando el corcel se detuvo abruptamente, logrando chocar su firme pecho contra el campesino y mandarlo a volar un par de metros hacia atrás.

Cebollas, madera y tierra se elevaron en el aire. El caballo se paró en dos patas gracias al repentino choque y el jinete se sujetó con más fuerza de su cril.

— ¡Su majestad! — gritó alguien, corriendo de inmediato para ayudarlo, ignorando por completo al campesino que se quejaba entre cebollas. — ¿Se encuentra bien?

— Estoy bien, no tiene que preocuparse.

Contestó con seriedad mientras se bajaba del corcel y estiraba sus finas ropas. El portero, por fin le dió atención al campesino tras asegurarse de que el precioso príncipe no había sufrido daño alguno.

— ¡Tú! ¡¿Perdiste la cabeza?! — gritó de nuevo, esta vez caminado a grandes zancadas hasta el hombre tirado. — ¡¿Cómo se te ocurre meterte en el camino de su majestad?!

El ceño del pelinegro se frunció, completamente molesto con el trato de aquel hombre, y se aproximó de la misma manera hacia ellos.

— No le hables así — dijo demandante. — Él no hizo nada, ahora regresa a tu puesto y lo que realmente te incumbe.

El hombre mayor lo miró sorprendido, el príncipe nunca era demandante, el joven heredero era conocido por su dulzura y amabilidad, masculinamente adorable, y justo ahora, era la viva imagen de su padre, el rey, lleno de soberbia y superioridad. Bajó la mirada y le hizo caso dando la reverencia más profunda que su viejo cuerpo le permitía.

ద్ధ YUANFEN ద్ధ    kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora