En la tierra como en el cielo.

#27. A nuestra manera.

Caricias.

Suaves caricias me empiezan a despertar de aquel sueño en el que por fin compraba el bolso Louis Vuitton que tanto me encantó aquella vez en la boutique.

—Mamita, mamita —la voz de Jhon me obliga a abrir los ojos.

—La depetó, Lon <<Ya despertó, Jhon>>.

La carita con ojos de diferente color es lo primero que mis ojos ven ya que está a solo centímetros de mi rostro.

—¿Qué pasa? —cuestiono con la voz un poco ronca.

—Santino ya preparó de comer, yo te estuve cuidando, mamita.

—Tino hito pita <<Santino hizo sopita>> —anuncia feliz mi pequeña Fiorella.

—¿Qué dijo Fiolecita? 

Giro la cabeza buscando la voz infantil diferente y me encuentro al pequeño James con un abrigo inmenso y cubierto con una ligera capa de nieve; por instinto materno me siento en la cama dispuesta a quitarle aquel abrigo que en cualquier momento se pondrá más húmedo. Alcanzo a notar que no tengo camisa y con la sábana me tapo.

—Ven para quitarte ese abrigo —pido con amabilidad y el pequeño de inmediato accede.

Desabrocho los botones y lo saco, hago lo mismo con el suéter grueso que tenía debajo y lo dejo con uno más delgado pero calientito.

—Listo, aquí no hace frío como afuera, podrás estar bien con ese suéter pero si tienes frío me dices para ponerte otro.

—Sipi, Kath —asiente sonrojado.

—Siempre tan protectora, mi Kathy.

—Y tú siempre tan chismoso, mi Santino —ironizo mientras veo como empieza a caminar hasta la cama.

—Que posesiva.

—¿Dónde está la posesividad?

—¿Se te olvida que dijiste mi Santino? —alza una ceja haciéndolo ver sexi.

—Porque tú lo hiciste.

—Pues yo si soy posesivo —se encoje de hombros y se sienta en el sillón que está en la esquina de la habitación—. Y también quiero ser tuyo.

—Ya vas a empezar con tus bromas —giro los ojos y aprovecho para agarrar la camisa, camino al baño para ponermela.

—¿Quién dijo que son bromas? —pregunta cuando estoy por cerrar la puerta del baño.