Capítulo 25. "Nadie podrá separarnos"

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     Alemania, 12 de abril del 2019

     Bella.

     Rico termina de vendar mi pierna, sonriéndome sin mostrar sus dientes. Tiene ojeras debajo de sus ojos y se ve cansado. Se levanta para sentarse a mi lado.

- En menos de un mes has sufrido tres ataques – golpea mi hombro con suavidad.

- Ni me lo recuerdes – bufo cansada – ¿Todos ustedes pasaron por algo así? – exhala pensando.

- Ciertamente, querida Bella – se queda viendo un punto fijo en la habitación –. Cuando comencé a tener más control sobre la mafia, intentaron acabar con mi vida más de cien veces. Somos casos distintos, mi mafia es demasiado peligrosa, dentro de Italia estamos en guerra constantemente, por eso siempre han querido exterminarme – me sonríe sin muchos ánimos –. Lo que sucede contigo es que hay un hijo de puta obsesionado con exterminar la mafia de Marco y claramente irá por ti, eres su punto más débil.

- Nunca nos habían atacado de esta forma – lo observo.

- Porque Marco no estaba en procesos legales, querida Bella – señala lo obvio. Coloco una mano en su hombro.

- ¿Estás bien? Te ves cansado – realmente se ve mal.

- A veces estamos orillados a cometer errores, Bella – responde, colocándose de pie –. Debo bajar, suerte con el Consejo.

     Rico sale de la habitación, dejándome pensativa. Me levanto con cuidado, soportando el ardor de mi pierna ¿Orillados a cometer errores? ¿De qué está hablando? Voy hacia el armario y saco ropa para la ocasión. Antes de que Rico sanara mi pierna, me aseguré de bañarme y asearme para poder vestirme adecuadamente para la reunión. Tomo un jean suelto y un top ajustado color negro, la venda en mi brazo puede verse gracias a la poca tela que cubre mi torso. Agarro mi chaqueta y le rocío perfume, la coloco en mis hombros, cubriendo la venda. Tomo mi bolso de maquillaje y me dedico a cubrir las marcas de mi rostro.

     Tomo mi pequeño bolso con accesorios de defensa personal, tomo mi pistola y la guardo en mi espalda baja. Lleno mi mano derecha de anillos con veneno y guardo estratégicamente cinco cuchillos en mi cuerpo. Camino fuera de la habitación y bajo las escaleras para llegar a la sala.

     Veo a Marco hablando con Rico en el sofá. Violetta está acostada en el mueble más grande, mientras Cassey le hace un masaje de pies. Ian sale de la cocina con un pote de helado en su manos, el cual le tiende a Tale. Ella se sienta, abriéndole la tapa, pero hace una expresión de asco. Inmediatamente, se levanta y sale corriendo. Rico exhala y se levanta para correr atrás de ella. Ian mira el pote de helado tirado en el sofá, lo toma, introduce una cuchara y comienza a comerlo. Cassey lo observa con una ceja levantada y con los brazos cruzados.

- ¿Qué? – pregunta con la boca llena – Si ella no va a comérselo, pues yo sí.

     Termino de bajar el último escalón y camino hacia mi novio. Él me observa de arriba abajo, pero no me da la sonrisa que tanto me gusta cuando me tiene cerca. Bajo la mirada algo desanimada, Marco sigue molesto. Me siento al lado de Cassey, tomo el helado de las manos de Ian y comienzo a comerlo con rabia, esperando que los niveles de azúcares sean suficientes para quitar el malestar que deja en mi sistema la indiferencia de Marco.

     Marco me observa en silencio, pero no dice ni demuestra nada.

- Oye, Cass – Ian se sienta en el medio de nosotras – ¿Crees que si le compro un vestido a Annie, ella me perdone por decirle cocinera pobre?

- ¿Por qué le dijiste cocinera pobre? – Cassey lo observa con los ojos entrecerrados.

- Porque me preparó una hamburguesa y no le colocó papas fritas, así que le dije que era una cocinera pobre.

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