Inicia La Guerra

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Madison corría a través de los pasillos siguiendo a Lila, el animal no duda en seguir el aroma de su dueña, justo pasaron debajo de Michael y la señora Mead. Ninguno se percato de la cercanía del otro, los dos siguieron avanzando en direcciones opuestas.

- Tranquila bola de pelos, casi me arrastras por todo el lugar.- Murmuró la rubia cuando notó que el andar de Lila fue disminuyendo. - Estamos cerca.-

La canina llego justo en frente de la puerta cubierta de espinas, con sus garras comenzó a rasguñar la puerta y mordió una de las ramas tratando de abrirse camino hacia la habitación. Madison intento quemar la puerta, secar las ramas o incluso manipularlas para que le dieran paso, pero el hechizo de protección era muy antiguo y no sabia como romperlo. La desesperación de ambas aumentaba con cada segundo.

- ¿(Tn) estas ahí?- Pego su oído a la puerta tratando de escuchar algo. - ¿(Tn)?-

- ¡WOOF! ¡WOOF!- Lila empezó a ladrar y rasguñar más fuerte la puerta.

Mientras tanto al otro lado de la puerta...

(Tn) seguía dormida, su respiración apenas se percibía, su piel estaba fría, una completa oscuridad rodeaba su mente. Justo ahora había una guerra en su interior.

- ¿Qué está pasando?- Se preguntó.

- No es obvio. Te vieron la cara de estúpida... Otra vez.- Se contestó ella mismo, o mejor dicho, su sombra lo hizo.

- ¿Por qué estoy aquí?- Volteó a ver su reflejo. 

- No lo sé. Lo último que recuerdo es...- Un dolor punzante en la cabeza la molestó cuando recordó a Michael antes de cerrar los ojos. - A Michael. Él nos hizo esto.-

- No, él dijo que...- Miro sus manos, aun sentía la calidez de la piel de Langdon.

- Que cambiaría, que dejaría todo por ti. Te mintió.- 

- Ya veo, me gustaría decir que no lo esperaba, pero... Su alma aún no es libre.-

- ¿Qué harás ahora?- 

- No tengo idea, estoy muy cansada.- Se acostó en la nada, se sentía como flotar en el mar. - Ya no sé que estoy haciendo. Todo es tan complicado.-

- Así que piensas rendirte.-

- ¿Acaso tengo otra opción?- 

- No. No la tienes.- Su sombra desapareció, dejándola sola al fin.

Y fue cuando sus lagrimas comenzaron a caer, en verdad ya no tenía fuerzas para seguir adelante. Falló en todo, no fue una buena compañera, ni amiga, ni novia, ni bruja y muncho menos una decente futura Suprema. Morir parecía la mejor de las opciones, dejaría de robarle sus poderes a Cordelia y llegaría una nueva Suprema, una mejor preparada que ella, una que si cumpla con la tarea de proteger al Aquelarre, o lo que queda de el. Solo tenía que irse, dejar de sentir ese inmenso dolor en su corazón. Solo debía renunciar a su vida.

- Abrenuntio vitae - Entre sollozos pronunció el conjuro que acabaría con su vida. - Mortem des...-

"WOOF"

Un ruido hizo eco en la oscuridad.

- ¿Eh?- Los ojos de (Tn) se abrieron sorprendidos.

"WOOF"

Otra vez ese ruido, pero ahora supo que se trataba de un ladrido.

- ¿Qué?- Volteo a todos lados buscando el origen del ruido.

"¡WOOF! ¡(Tn)!"

El Diablo En Mi •Michael Langdon X (Tn)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora